
Cualquier obra que se realice en la calle florida genera problemas en la circulación de las personas. Es que amamos florida. He conversado con varios porteños durante estos días en los que se están realizando trabajos en el área central de la calle peatonal y que obliga a caminar por los costados y me han comentado que aunque sean varias las cuadras que deben recorrer para llegar de un punto al otro por cuestiones laborales, trámites, etc, no toman la decisión de hacerlo por las paralelas Maipú o San Martín. Directamente encaran por la florida en obra y se dedican a sufrir a cada paso.
Es lógico que cuando nos estamos desplazando sólo con nuestras almas o quizás, peor, con algún portafolios o bolso de cierto peso no queramos caminar de más y procuremos cortar camino sea por donde fuere posible. Pero la realidad actual de la emblemática peatonal porteña no nos ofrece hoy esa posibilidad para movernos cómodos. Hace unos días debía llegar desde Avenida de mayo y piedras hasta San Martín y corrientes. La lógica, en situaciones normales, era tomar Florida y disfrutar de la caminata con todos los ingredientes de un paseo: sol, buena temperatura, presión atmosférica mediana y ligeros de equipaje.
Pero recordé esa realidad en la esquina de Avenida de mayo y Perú, por lo que continué por la Avenida hasta la esquina de bolívar, frente a la plaza de mayo, cambiando mi recorrido para caminar directamente por la calle San Martín. Hacía un tiempo esta calle estaba atravesando la misma situación que actualmente vive florida. Lo recordé, observé la calle y entendí que ese viejo sendero de bancos y vida cambiaria también había ganado en presentación, por lo que puede disfrutar de mi andar por el microcentro tanto como si se tratara del repetido periplo floridiano.
Esa vez sí preferí evitar alejarme más de mi camino y llegué a destino sin tomar en cuenta que quizás otra buena opción pudo haber sido la elegante Reconquista. Definitivamente estaba comprendiendo que como peatones muchas veces podríamos ser pasibles de alguna recomendación (por ejemplo con carteles) de que no nos sumerjamos por costumbre en los únicos pasadizos disponibles que tienen las calles de altísimo nivel de acumulación de gente si no nos es necesario. Algunos aportes son pequeños y otros de mayor envergadura, pero todos apuntan a ganar en calidad para nuestra convivencia urbana.
Amalia Gutiérrez