Los homenajes a los considerados prohombres de la Patria, los grandes artistas y creadores, deportistas populares y cualquier hombre o mujer que amerite obtener el recuerdo en cualquier ámbito oficial o institucional, se realizan en la fecha de recordación de su fallecimiento. Pruebas al canto: 20 de junio, fecha del fallecimiento del Doctor y General del Ejército Manuel Belgrano, para establecer el Día del a Bandera; lo mismo el 17 de agosto, para recordar al General San Martín, la fecha de su muerte. Y así, sucesivamente, el 11 de septiembre, por Sarmiento para el Día del Maestro, 26 de julio por Eva Perón, más Troilo, Gilda, Sandro, Rodrigo, etc.
Pero hay dos casos interesantes de recordación a personalidades de la historia argentina que rompen gratamente con la regla. Uno de ellos es el del día del tango, el 11 de diciembre, surgido de la coincidente fecha de nacimiento de Caros Gardel y de Julio de Caro. El otro es la fecha de pasado mañana, 10 de noviembre, establecida para celebrar en la Argentina el «Día de la Tradición» e inspirada en la fecha de nacimiento de José Hernández, autor de la saga poética Martín Fierro, principal obra literaria de la bibliografía popular nacional.
Frente a la Casa de Gobierno, en la curva formada por el inicio de la Avenida Rivadavia, una placa recuerda que allí se erigió la casa natal del escritor, un hombre de alta formación y marcado integrante de la élite social del S XIX. Había nacido frente al fuerte que en 1867 se transformó en la construcción de la actual sede gubernamental. Y la casa en la que José Hernández vivió en su madurez, en las cercanías de Luis María Campos y Olleros hoy atraviesa una curiosa situación inmobiliaria: un edificio se proyectó en el predio, amenazando la desaparición definitiva del inmueble original.
Los habituales trámites de reclamo por parte de vecinos sensibles y organizaciones defensoras del patrimonio histórico consiguieron establecer que la moderna construcción haga base en el frente de la calle y en los fondos del mismo terreno, se mantenga en pie la vieja residencia de la familia Hernández.
Es necesario que este caso sirva de modelo para cada caso que en el futuro pueda envolver, entre sus opciones, la posibilidad de perder algo de lo que, cuando seamos un país definitivamente interesado en la cultura, nos arrepintamos si sucediera.