El Poder, jamás debe colgarse de las enfermedades de las personas, sean afamadas o no, para ganar rédito de ninguna índole. Aparte, las personas con discapacidad no deben ser nunca botín político de nadie.
Ningún día mejor que en la fecha que se avecina (17 de agosto) para recordar que hay una importante teoría tapada que asegura que el general Don José de San Martín no estaba enfermo en el cruce de Los Andes. Apenas sucedió (sí) que durante la travesía, su médico, el Dr. Diego Paroissien, le debió suministrar opio para recuperarse de dolores reumáticos.
El mito de que el estratega militar argentino haya sido trasladado en camilla, responde a que, “con el diario del lunes” (después de Chacabuco), muchas familias quisieron atribuírse los méritos de sus apellidos de haber protegido al Padre de la Patria e incluso haberle salvado la vida (como hizo Cabral en San Lorenzo).
Siempre está muy bien dejar registro claro sobre los momentos vulnerables de los hombres que armaron la nación, ya que, casi todo lo que se transmitió de sus historias, hasta hace pocos años, fueron sus actos heroicos, pero parece que justo ese, no era exacto.
La oligarquía le buscó la vuelta para incorporar a la historia épica del Capitán General, un capítulo que los dejara anchos de orgullo por la actitud humana de alguno de sus miembros. Pero fue imposible. Ni siquiera durante los años en los que los argentinos creían en la historia de la camilla, no pudo asociarse a ningún héroe con esa falsa historia.
Muchos de los granaderos que viajaban junto a San Martín, eran peones de estancias mendocinas, sanjuaninas y de otros orígenes de reclutamiento. Y sus patrones quisieron tener mérito en la gesta de Los Andes…
Cuando decimos que el Poder no debe colgarse de la enfermedad de nadie, nos referimos a dos maneras de entender “el Poder”. Uno, el Poder Político, los gobiernos, todos. Y el otro el Poder Real, las fuerzas vivas, especialmente la adineradas, la oligarquías y las corporaciones.
En el caso del que hablamos, se trataba del “Poder Real”: terratenientes que querían un lugarcito más en el bronce, con una mentira: la de “haber salvado” al jefe de una supuesta enfermedad, que también era mentira.
Y sabemos que la mentira de “la camilla del cruce” no fue la única operación urdida en la Argentina para beneficiar a unos pocos. Por eso, siempre estamos alertas, para evitar que, desde ningún factor de poder, “se mueva un dedo” en función del beneficio de ningún sector sin que se beneficie también al colectivo de personas discapacitadas.
Existen redes de medios de comunicación dedicados a temáticas referidas a la inclusión. Ese conglomerado requiere -cada tanto- de un refuerzo, para poder cubrir el país con un mensaje que necesita llegar sin tergiversaciones.
No nos podemos dar el lujo de que, en temas de discapacidad, alguien diga algo que no es, ni se atribuya la autoría de beneficios inexistentes. Y no nos podemos someter a mensajes que bastardeen la discapacidad.
Yendo de extremo a extremo, debemos lograr que no sea utilizada ni como elemento promocional de nada, (como intentaron hacerlo con Hawkins a favor de una marca de computadoras), ni sea blanco de pensamientos nazis (como los que comentaron que la conducta de Pistorius en la muerte de su novia, se debía al resentimiento por su condición).
Si alguien tiene ese pensamiento y pretende discutirlo, le sugiero que se comunique.
EL CRUCE DE LOS ANDES FUE , ES Y SEGUIRÁ SIENDO UNA GRAN MENTIRA.
En este medio podemos estar o no de acuerdo con cualquier afirmación de los lectores-usuarios.
Pero sin una mínima explicación que pruebe tu sentencia, te convierte en una réplica de los millones que repiten lo que dicen otros o largan lo que se les ocurre para ver si consiguen medio minuto de atención