La Ciudad de Buenos Aires la lanza como un método de fortalecer la inclusión barrial. Todas estas iniciativas son de singular importancia, ya que la inclusión aún no demostró haber llegado a su destino ideal. Por eso, a nadie tiene que ofender que las personas que más necesitan este tipo de estímulo, no se arrojen de cabeza a un optimismo exultante.
Se llama Red Comunitaria Comunal en Discapacidad. El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires la presentó como un nuevo programa destinado a promover la integración y participación activa de personas con discapacidad y sus familias en el ámbito barrial. La meta es potenciar la articulación y autogestión de organizaciones civiles. Se prevé la creación de un espacio de trabajo colaborativo en las 15 comunas porteñas.
La propuesta es impulsada por la Dirección General de Investigación en Políticas para Personas con Discapacidad. Para detallar el objetivo, podríamos describirlo como establecer un nexo efectivo entre las asociaciones civiles y las instituciones privadas. Con visible entusiasmo, la nueva Administración Macri asegura que la RCCD facilitará el acceso a recursos y la construcción de soluciones comunitarias. Según explicó Ana María Bou Pérez, titular de la dirección responsable del plan, el enfoque está en “nutrirse de recursos y construir soluciones desde la propia comunidad”, aprovechando las capacidades ya presentes en el tejido social.
La Red Comunitaria Comunal ya cuenta con 170 organizaciones civiles distribuidas en toda la Ciudad, que participan en encuentros, charlas, observatorios y jornadas de capacitación. A través de estas actividades se fomenta la reflexión, el intercambio de experiencias y la promoción de prácticas inclusivas, con la meta de consolidarse en 2025 como un referente en inclusión y autodeterminación comunitaria.
Las organizaciones interesadas en sumarse pueden obtener más información escribiendo a discapacidadba@buenosaires.gob.ar.
El lanzamiento de la RCCD es, sin dudas, una iniciativa que apunta en la dirección correcta. Crear espacios de articulación entre organizaciones y promover la autodeterminación de las personas con discapacidad son objetivos necesarios y bienvenidos. No obstante, muchas familias y personas con discapacidad suelen recibir este tipo de anuncios con cierta cautela.
La inclusión genuina -comentan en voz baja quienes transitan día a día estas cuestas arriba- no se logra solo con programas estatales o forzando dinámicas inclusivas, sino, sobre todo, con un cambio cultural profundo que comienza en la educación, en la convivencia cotidiana y en la naturalización de la diversidad. Las verdaderas transformaciones nacen del aprendizaje, el respeto sincero y la comprensión mutua, mucho más que de las estructuras impuestas desde arriba.