2023 será recordado como el año del sinceramiento.
Y la palabra tendrá diferentes significados en cada uno de nosotros.
Sinceramiento podrá ser -según el cristal político con el que cada uno mire la realidad- cambio, esperanza o desazón.
Pero el sinceramiento de que vivimos una nación pobre no puede ya ser disimulada por nadie
Cambiamos un gobierno por otro. Y aunque nos hagan explotar alguna medidas, por ahora, nada de la espantosa situación de la Argentina es achacable al nuevo gobierno.
Una cosa es que el grupo de argentinos menos pensante y más inclinado a demostrar que poco le importa y poco sabe sobre los temas que atañen a la política y la vida institucional, haya olvidado que hace un año nos estábamos rigiendo bajo la prerrogativa de que el ministerio de economía estaba calculando «llegar al mundial» y otra, completamente diferente y preocupante es que al resto de los compatriotas les suceda lo mismo.
Si los unos y los otros cayeron en la misma desidia, mucho le costará a Javier Milei y su gobierno sostener el capital político durante todo el proceso que llevará el confesado, aceptado, iniciado y devastador ajuste.
¿Por qué?
Porque si el argentino medio hace lo de siempre, abandonará a Milei en la mitad de camino- No sabemos si se dará cuenta de que los que el gobierno hace no era lo que esperaba o si lo que la oposición le dice ahora le gusta mñas que lo que Milei le decñia en campaña.
En el camino… ¿la inflación se detendrá?
Lamentablemente, no.
¿Hasta cuándo habría que apoyar el plan mileísta?
La pregunta no debe ser respondida si quien pregunta suele ser una persona que cambia de convicciones según le simpatizan ciertos programas televisivos o nuevos influencers en las redes sociales.
A brindar por el éxito del actual y de los cinco siguientes gobiernos de la Argentina, sean del palo político que sean.
Feliz 2024