Existe entre las personas civilizadas de esta ciudad, una interesante discusión acerca de la dimensión criminal de la pintada de frente de inmuebles, monumentos públicos y otros elementos del mobiliario urbano que deberían estar siempre donde está, sin ser afectados más que por cuestiones meteorológicas.
Ya en su momento hubo una denuncia por el vandalismo contra los frentes en calle Brandsen. La justicia debe estar muy atenta, ya que mientras una castita de imberbes se pelea por mostrar preeminencia con sus calamitosos garabatos en fachadas, mármoles y lajas, hay ciudadanos que se están preparando para tomarlos desprevenidos e in fraganti y agredirlos nada livianamente. Dentro de lo que hemos podido conversar con vecinos de la zona de San Cristóbal, Balvanera y Monserrat, muchos de ellos los esperarán con armas de fuego.
En tanto se espera que se tomen como delito las pintadas que arruinan fachadas. Por supuesto que –a lo sumo- son demoradas cuando las sorprenden en plena aplicación del aerosol.
En 2017 se realizó la limpieza de una 150 mil pintadas y grafitis en casas. Para ese entonces, hubo cuadrillas que trabajaronincansablemente. La prolijidad de la limpieza no era al 100% pero fue mucho mejor que lo anterior.
En Luján hay un grupo de vecinos identificados con la consigna “Basta de Pintadas en Luján”, que oportunamente presentó un proyecto de ordenanza para que se reprima la ridícula y agresiva actividad.
Hay querecordar que en 2014, muchos monumentos, sitios históricos y de interés cultural sufrieron los ataques vandálicos de esa pseudogente que registra un 50% de perversión y otro tanto de amor al bardo, lo que se traduce en que son mitad hijos de puta y mitad pelotudos.
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