Los cambios en los factores de poder son significativos. a través de los últimos 50 años, y están a la vista. Juan Domingo Perón, en diálogo con el periodismo internacional, en 1972, al hacer referencia al poder político -supuestamente- «real», dio un nombre: «El Cholo Peco».
Durante mucho años, Ángel Peco fue el presidente de la Sociedad de Distribuidores de Diarios, revista y Afines (SDDRA), es decir, la cámara que nuclea a los canillitas y a las empresas de transporte de todas las publicaciones que circulan por la Argentina. El poder de esta organización jamás fue negado por nadie y menos aún de que el mismísimo Perón la pusiera en blanco sobre negro.
Una cosa es que el día del Canillita tenga un simpático halo de ternura y otro bien diferente es el alcance la estructura institucional y la afuencia de sus autoridades a los nervios mayores de la política.
Por supuesto que no parece necesario explicar por qué este poder ha mermado. Sin embargo, siendo que un diario devenido en tan poderoso como Clarín, respete a rajatabla la histórica tendencia, habla a las claras -por un lado- de un código que en la era Magnetto se ve sostenido tal como lo era en los tiempos de Roberto Noble al frente del diario. Por otro lado – y probablemente sin que Clarín, La Nación, Crónica y los demás diarios no se editan el 7/11- el paso de los años con internet imponiéndose en casi todas las áreas de la comunicación, dejó en evidencia a los medios que no tienen el más mínimo interés en ir detrás de alguna línea de convivencia con las actividades y profesiones que los rodean y apuntalan.
Es el caso del diario Perfil, que -con una estructura gráfica de singular importancia (tienen una de las rotativas más modernas de Sudamérica)- dado que sus ediciones son de sábado y domingo y hoy 7 de noviembre es domingo, «no vamos a reducir tanto nuestras salidas, así que largamos el diario a la calle», dicen desde la editorial homónima al periódico.
Perfil, hoy, es una suerte de multimedio rengo y que gira alrededor del slogan «periodismo Puro». Al editar un «diario» que sólo sale los días sábado y domingo, ya pierde credibilidad. También pierde prestigio cuando los días del canillita no se respetan como sí lo hacen los conocidos «diarios grandes». Finalmente, al sostener una «radio de noticias» que se dedica exclusivamente a tomar las grabaciones de lo que se emitió en otros medios y abandonar a los oyentes a su suerte los sábados y domingos, estamos ante demasiadas evidencias de que la empresa de la Familia Fontevecchia no lleva un rumbo como grupo de medios de comunicación.