La curvatura de la mesa es verdaderamente impactante. Quienes vienen de la práctica del tenis de mesa suelen quedar impresionados al comprender lo complejo que les resultaría el sólo uso de las viejas técnicas de ping-pong para poder pasar un par de minutos decorosos de juego.
El teqball nació en Hungría y en poco tiempo se convirtió en una sensación mundial. Primero fue un furor en Europa del Este, con jugadores profesionales y amateurs encontrando en este híbrido entre el fútbol y el ping pong una nueva forma de entrenar y divertirse. Luego se expandió rápidamente por Asia y América, con torneos en ciudades donde el fútbol ya era un fenómeno. Hoy, es habitual ver a estrellas del deporte compartir partidos informales en redes sociales, lo que ha contribuido aún más a su crecimiento.
La idea surgió de un grupo de húngaros encabezados por Gábor Borsányi, exfutbolista profesional, quien junto a su amigo Viktor Huszár, ingeniero informático, empezó a experimentar con una mesa de ping pong convencional. Borsányi había crecido jugando con una pelota en cualquier superficie posible y, convencido de que el fútbol necesitaba una herramienta para mejorar la técnica, se propuso crear un juego que exigiera precisión, reflejos y creatividad. La clave estuvo en la curvatura de la mesa: después de varias pruebas, concluyeron que un ligero arco permitiría mayor dinamismo en los tiros de ataque y rebote. La primera versión casera se convirtió rápidamente en el prototipo de lo que hoy es la mesa oficial de teqball.
El deporte se juega en una mesa especialmente diseñada con una superficie curva y u tabique en el centro cumpliendo la función de «red». Se disputa entre dos jugadores (modalidad individual) o en duplas (modalidad de dobles) y el objetivo es devolver la pelota sin que el rival pueda hacerlo dentro de un máximo de tres toques, sin usar las manos ni los brazos. El reglamento establece que un jugador no puede tocar la pelota dos veces seguidas con la misma parte del cuerpo y que el saque debe ser preciso para no dar ventaja al oponente. La dinámica es veloz y obliga a desarrollar control, equilibrio y lectura del juego, lo que lo convierte en una herramienta de entrenamiento utilizada por futbolistas de elite.
Más allá de la competencia, el teqball tiene un componente lúdico y espectacular. En los torneos se ven jugadas acrobáticas, controles imposibles y rallies extensos que mantienen en vilo a los espectadores. No es raro que en un evento de exhibición aparezcan nombres ilustres del fútbol global, dispuestos a demostrar su talento en una mesa de teqball. Así, lo que empezó como un simple experimento se transformó en un fenómeno internacional, con federaciones en distintos países, torneos profesionales y la ambición de convertirse en disciplina olímpica.
El teqball, creado en 2014 en Hungría, ha experimentado un crecimiento notable desde su presentación oficial en Budapest el 18 de octubre de 2016, evento que contó con la participación del exfutbolista brasileño Ronaldinho como embajador del deporte.
En Buenos Aires, el teqball se populariza. La Asociación Argentina de Teqball, con sede en la ciudad, trabaja activamente para promover este deporte. El 7 de septiembre de 2020, representantes de la asociación se reunieron con el Ministro de Asuntos Exteriores y Comercio de Hungría, Péter Szijjártó, en el Hotel Alvear Icon de Puerto Madero, para discutir el desarrollo estratégico del teqball en la Argentina.
Lo más destacado que se recuerda en el país respecto de este deporte es el evento realizado en el Parque Urbano de Campana, en noviembre de 2023. Generó curiosidad. Hubo entusiastas del teqball que viajaron para conocer más sobre este novedoso deporte de fusión. Su creciente popularidad en la ciudad de Buenos Aires es reflejo de la clara tendencia global. Es una disciplina innovadora. Se combina habilidad, técnica y entretenimiento. Pero todavía tiene que convencer a muchos