Hay muchas entidades internacionales que llevan bastante tiempo trabajando contra el Bullying. Entre 2017 y 2018 se ha agravado el volumen de acoso observado, porque las redes sociales no sólo están al alcance de todos, sino porque existe una extraña clase de personas que están tan fascinadas y se han vuelto adictas a estos servicios y que no miden consecuencias ni para ellos ni para sus hijos, tengan éstos la edad que tengan.
Todo lo que es lindo, deja de serlo cuando comienza a afectarte.
Existe una irresponsable tendencia ideológica hacia una convivencia social libre de discriminaciones que, supuestamente, nos hace mejorar como personas y como naciones. Tal teoría se va agarrando de todos los efectos positivos que esta tendencia implica, sin proponer la parte más difícil para todos: hacernos cargo de lo que no debemos hacer, porque, de lo contrario, afectamos a otros. Traducido: Me enseñan a no discriminar pero a nadie le enseñan a respetar al que no discrimina.
Existe también – y aplicada a varios casos- otra extraña tendencia a pasar por un manto de indulgencia a quienes se les asocia el daño que pueden causar a otros, por alguna condición de origen que ciertas teorías (falazmente autoidentificadas como nacionales y populares) consideran como necesitadas de inclusión o integración. Por lo tanto, cuando cualquier agresión proviene de estos sectores, quienes comulgan con tal mirada política
El 2 de mayo se conmemora este Día Internacional contra el Acoso Escolar, para elevar nuestra conciencia sobre este problema. Es tan difícil de resolver como lo es la necesidad de que alguna vez los padres caigan en la cuenta de lo responsables que son de este mal.
Una singular porción de los progenitores de los chicos y chicas que disparan este flagelo psicológico de consecuencias concatenadas inciertas, resultan absolutamente indolentes ante el planteo de que sus hijos se burlan de otros niños, porque algo de toda esa mierda la han aprendido en su casa, al cobijo delictivo de su familia.