Ultima fotografía de un local emblemático del barrio de San Cristóbal y el vallado de su terreno, antes de la demolición del inmueble.
Los vallados de Obra con publicidad siempre generan curiosidad en los vecinos. Estos casi todos los casos, la intuición acierta: demolerán para construir. En realidad las posibilidades rondan entre obras nuevas, obras especiales de ampliación, refacción, transformación del inmueble, demolición total y restauración de fachada.
En indefectible que sobre el vallado se monte un portacarteles para mensajes publicitarios impresos en papel y vinilo, pasibles de ser cambiados periódicamente
Es un trámite que en la Ciudad de Buenos Aires administra el gobierno y que requiere de la presentación de una Declaración Jurada para contribución por publicidad, con los habituales datos del anuncio, su ubicación, leyenda y dimensiones, por lo que es habitual que la empresas dedicadas a la gestión de publicidad estática, tomen contacto con el titular del terreno en el que se realizará la obra y tenga el vallado, para indicarles que las posibilidades de hacerse de unos pesos por los derechos de espacio publicitario, no son una quimera.
Esta gestión nace con la autorización del dueño del terreno, quien firma una constancia de contrato. Luego, habrá una Póliza de Seguro de responsabilidad civil y un documento avalado por la Dirección General de Conservación del Paisaje Urbano, que extiende una Matrícula Publicitaria.
Todo lo demás es TAD y algunos trámites presenciales.
Las imágenes pertenecen al montaje del vallado en Sarandí y Carlos Calvo, en el viejo edificio del hitórico restó La Casserole, del cocinero francés César Zuliani que dejó de funcionar en los años 80 y que tuvo una rentrée con los chefs de la familia Molina en los años 90. Allí, también funcionaron la sede partidaria de la agrupación encabezada por Víctor de Gennaro y dos fallidos intentos de despacho de comida por delivery.
Justamente, hace pocos días, Diario 5 publicó la Historia de La Casserole.
Quizás, algunos vecinos se verán nostálgicos ante la pérdida de un pedazo de la mística propia de un barrio de construcciones bajas y, en su mayoría, sencillas. Pero hay una mayoría que ya se anticipa en el alivio que brindará la segura desaparición del foco infeccioso que se ha juntado en esa esquina a partir de un contenedor de basura sin control.