Todo comenzó en diciembre de 2017, cuando nació el Plan de Movilidad Limpia (PML) un programa de recambio de motores en vehículos urbanos contra los gases de efecto invernadero. Fue un trabajo sin influencia de la política cotidiana, por lo que alcanzó un ideal poco frecuente: silencioso y minucioso.
Con referencia a las pruebas realizadas para la puesta en marcha de una flota de vehículos sustentables con funcionamiento en base a energía eléctrica, los resultados a los que arribaron los técnicos que evaluaron el proyecto en nombre del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, no hay aprobación -por ahora- para que consideremos que tendremos buses de esa característica circulando por la Ciudad.
El resultado de la evaluación incluye un concepto inapelable: “ninguna de las técnicas cumple con todos los requisitos”. En otro pasaje del informe se lee “cuanto más limpia sea la tecnología que se desea incorporar, mayor deberá ser la inversión”.
Todo el plan fue identificado como Pruebas Piloto de Buses con Energías Alternativas. Se incluyeron colectivos eléctricos, a GNC y el que generó la mayor expectativa: a biodiesel.
Los dos planes avanzaron en simultáneo. CVomo se debe estabñecer en la mayoría de las políticas de un país. Sin discutir de más ¿funciona? lo hacemos ¿falló? se intenta corregir o se suspende.
Los gases contaminantes son los más peligrosos del efecto invernadero. La toxicidad también puede provenir del dióxido de carbono (CO2), los óxidos nitrosos (NOx) y el MP (material particulado) de los vehículos nafteros y gasoleros.
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