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Deportes mayores

Pordiario5

Mar 27, 2016

Guillermo Kellmer expuso, de manera equilibrada, es decir, sin perder la plataforma sobre la cual pisar manteniendo el contacto necesario con la realidad, ni prescindir del estimulante sentido del humos que requiere, arrebatadoramente, un pantallazo social narrado desde una nota de color. Por eso,  esta reproducción de una nota publicada en el diario Clarín, de esta mañana.

«Las chicas de Parque Chacabuco»

«Pa, estás viejo». La bomba lanzada por hijo de 14 años a padre de 44 explota seguido pero es fácil desactivarla. Cuando uno tenía 14 todo aquello que superaba los 40 años era viejo.

El tema es cuando uno se siente viejo. Hay señales. Lo definió hace poco un amigo, cuando eligieron el nuevo presidente de la FIFA. Cómo no sentirse viejo si quien de ahora en más manejará el fútbol mundial tiene 45 años. Es un golpe, sobre todo, para los que nos criamos bajo el mandato de Havelange en la FIFA y de Grondona en la AFA. Era como que habían nacido viejos…

El fútbol es un claro refelejo del paso del tiempo. Uno se da cuenta de que algo está pasando cuando todos los jugadores son más chicos que uno. Y ni que hablar de los técnicos. Podrían esperar un poco para dirigir después de retirarse, ¿no? En mi época, estaban Griguol, Pastoriza, hasta pude disfrutar a Labruna en mi Argentinos Juniors. Todos hombres sabios y grandes. Más que más nada bastante más grandes que uno por entonces.

En fin, el otro día un compañero tuvo la osadía de calificar de sesentón a no sé quién y otros compañeros se le fueron al humo. Uno dijo: «Quiero verlos a ustedes cuando pasen los sesenta».

Tiene razón. Y si bien por ahora la idea no es proyectar, es bueno siempre ver a los adultos (más adultos que uno, porque hay dejar en claro que viejos no son).

Me pasó hace poco tener que hacer un trámite temprano y caer en el Parque Chacabuco. Y si bien todo parque porteño es para disfrutar y, sobre todo, en las mañanas cálidas, de éste me llamó la atención una congregación de mujeres haciendo gimnasia al ritmo de la música.

Mi afán periodístico bien podría haberme llevado a sumarme a la clase. Vamos a decir que no tenía la ropa adecuada y que sólo me acerqué a ver. Así me enteré que se juntan todos los martes y jueves a la 8.30 junto al Estación Saludable de Asamblea y Emilio Mitre. Que se trata de un programa de la Subsecretaría de Deportes porteña, que se replica en otros espacios verdes. Que incluye gimnasia localizada, que la profe Silvana Alvarez les pide que antes de comenzar la clase se tomen la presión y que además es requisito presentar un certificado aptitud física. Y que obviamente toda la actividad es gratuita.

Otros ámbitos. Una multitud, en el marco del programa porteño de “Plazas Activas”.

La música arranca puntualmente a las 8.30 y una 50 mujeres se mueven al ritmo que marca Silvana. El derroche de vitalidad es contagioso (insisto con lo de la ropa inadecuada). Tanto que dos chicas (arriba de 50, pero si se van a sumar son chicas) preguntan si pueden «probar». Les entregan una ficha médica para traer la siguiente clase y adelante.

Cansado sólo de verlas, hay una pausa para hidratarse. Entonces Viviana, quien acusa 53 años, cuenta: “Vengo cinco veces por semana a hacer gimnasia al Parque. El trabajo físico es fundamental y lo que aporta en lo social es bárbaro”. Dice que vive en el barrio y lanza mimos para los profes. “Son divinos, hay mucha energía y vitalidad y, sobre todo, buena onda y buen clima”, destaca.

Llega el turno de las colchonetas para estirar los músculos. Lina Ortega es coqueta pero dice con su orgullo su edad: 70 años. Y segura ser una de las pioneras de la actividad física en el Parque. «Desde 2001 vengo a las clases de gimnasia en el Chacabuco. Ya participé en maratones y caminatas», cuenta. Graciela Graciano (55 años) la interrumpe: «Yo vengo destruida y me voy feliz». Y asegura que desde que empezó las clases bajó 26 kilos.

Cerca de las 10, la actividad va llegando a su fin. «Las chicas de Parque Chacabuco» ayudan a juntar los elementos, se despiden hasta la próxima y le insisten a las nuevas para que se sumen definitivamente. Y, entre todas ellas, asoma Héctor. Dice tener 52 años y cuenta que hace dos se sumó a las clases junto a su mujer.  “Siempre hice actividad física, pero nunca con un profesor. Es importante ocuparse de la salud, sobre todo en estos tiempos que se sufre mucho estrés”.

Justamente tras la mañana en el parque es momento de volver a la rutina, al estrés diario. Ese que a uno lo autoconvence de que no hay tiempo para otras cosas. Pero no necesariamente nos vamos poniendo viejos. Los jugadores de fútbol o el presidente de la FIFA serán más jóvenes que uno. Pero la vejez no tiene edad y hay muchas maneras de afrontarla.

Me lo enseñaron «Las chicas de Parque Chacabuco» una mañana de este verano que se fue. Para sentirse bien, por ahí, no hace falta ir a esos gimnasios con vidriera a la calle y con clases con palabras raras en inglés. Alcanza con ir con ropa adecuada por los parques de la Ciudad.