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El Pensador: Francia estuvo atenta a la situación

PorMarcelo Zanotti

Dic 23, 2014

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El Pensador de Rodin, en tiempos de paz

Una copia original del «Pensador» de Auguste Rodin, de un valor incalculable, fue objeto de vandalismo en Buenos Aires. Así tituló el diario parisino L’Express la información que todos creíamos que se propalaría por única vez. Pero el vandalismo se sucedió a sí mismo con más vandalismo y ensañándose en la ciudad de Buenos Aires con obras de arte de un valor que los fieritas que las afectan no pueden medir porque son muy pesadas para robarlas e ir a cambiarlas por porro y tetra.

La primera de las oportunidades en que se produjo el acto de comprobación de que esta seudogente fue en julio de 2011 con una dolorosa realidad: El diario L’Express expresaba estupor alimentado por habitantes de Buenos Aires de todas las extracciones:

Una copia del «Pensador» original de Auguste Rodin (1840-1917), único en su tipo en América del Sur y de gran valor, fue objeto de vandalismo en Buenos Aires, causando gran conmoción y un acalorado debate en el Parlamento.

«Esto es indignante: durante se vida, Rodin sólo se hicieron tres piezas originales de este trabajo», dijo a la agencia AFP Teresa de Anchorena, una miembro de la Comisión Nacional de Monumentos y gran figura en la defensa del patrimonio público de Argentina.

El monumento, una de las obras clave del padre de la escultura moderna, fue cubierto con pintura roja y el graffiti por desconocidos. Peor aún, la Ciudad de Buenos Aires, sin consultar a un experto, envió un equipo para limpiar la estatua… el cañón de agua. O «el uso de hydrolavage debe ser rechazado debido a los daños irreversibles que puede causar a la pátina original y el riesgo de infiltración», dijo la experta Cristina Lancelloti en un informe sobre el asunto.

Teresa de Anchorena cree que «El Pensador» no habría sido objeto de vandalismo si hubiera sido colocado en la parte superior de la escalinata del Congreso, de acuerdo con la ley que se votó en 2008 y lo que se esperaba desde 1907, siguiendo el ejemplo de la instalación del Pensador en el Panteón de París en 1906.

Pero en 1907, a la llegada de la estatua, el palacio del Congreso estaba en construcción: por lo tanto, fue colocada en el espacio proporcionado. Más de cien años después, aún se encontraba perdida en una plaza, a 200 metros del Parlamento, sin ningún tipo de protección.

El Parlamento de la Ciudad ha aprobado una nueva ley, la decisión de instalar una red de alrededor de la estatua para protegerlo de nuevos ataques hasta que el Congreso decida acogerla. «La verdad es que la obra ha sido objeto de vandalismo porque no fue trasladada a tiempo», lamentó el diputado del parlamento de la Ciudad Carlos Abrevaya, uno de los autores de esta nueva ley. En el Senado, los debates fueron especialmente acalorados.

«Todo el mundo puede ver el estado de deterioro en que se encuentra la escultura», dijo la senadora María Eugenia Estenssoro (Coalición Cívica, oposición). «Este acuerdo entre el Senado y la Ciudad de Buenos Aires puede convertirse en una realidad en breve», añadió, pensando que la conmoción sea lo suficiente movilizadora para que la estatua sea finalmente colocada en la parte superior de los escalones del Congreso.

Ahora lo hemos recuperado de los vándalos de acceso fácil. Y, por las dudas, será bueno prever la eventual posible acción de vándalos aventureros que quieran saltar los cercos en una noche sin luna, para descargar su falso placer protozoico, chorreando las babas  de la envidia por quienes consiguen disfrutar de tener al alcance de la vista los elementos que conforman una ciudad bella.

 

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