Hay muchas muestras de apoyo al uso del skate, versión de los albores de la década del 20. La inclinación a su uso lleva a la mayoría de los jóvenes a encontrar las diferencias que se suscitan en la práctica de circulación con skateboard en clubes y en la calle. Hace unos años, una publicación porteña destacaba que hay muchos grupos en los fines de semana que se juntan en alguna de las 15 pistas construidas en la Ciudad de Buenos Aires, especialmente para su práctica.
Comprobándolo por nuestra propia mirada, comprendimos que, efectivamente, la pista de skate se ha convertido en un punto de encuentro poco provisto de precedentes en las costumbres juveniles argentinas y, especialmente, porteñas.
Los chicos van a tomar clases en alguna de estas ya emblemáticas pistas y establecen vínculos de singular categoría con sus pares, a tal punto que los encuentros sociales ubican a este lugar como primero en el ranking para quienes ya están acostumbrados a forjar amistades a partir de gustos en común que rondan alrededor de la tradicional patineta. Por otro lado, se tiene por comprobado que, dada la imperiosa necesidad de encontrar motivaciones para estimular a la nueva generación de argentinos a desprenderse de internet, las redes sociales y las consolas de juegos electrónicos, el desarrollo de amistades a partir de un juego-deporte contribuye como una buena lluvia en campos secos.
De universitarios a apañalados y desde rockeritos corpulentos hasta soñadoras preadolescentes fashion, todos quienes alguna vez le encontraron el gustito a circular sobre la tabla con los brazos extendidos para ganar equilibrio, difícilmente lo pierdan.
Cuando, en los 80, tras el boom de las primeras patinetas, muchos comerciantes consideraron inminente el alejamiento de aquella generación de la práctica de skateboard, nadie estimó que en esta década del S XXI encontraríamos lugares públicos para su uso en Tecnópolis, Costanera, Plaza Houssay, Plaza Haití, Avellaneda, varios lugares del GBA y puntos clave de veraneo. Se considera a la práctica de skate, una actividad cargada de solidaridad entre los deportistas, incluso en competencias. En 1999, en Buenos Aires, existió una emisora de FM (103.5) llamada PLUR. La expresión es la abreviatura de un lema que, según dicen quienes aman al universo skate, representa a los inclinados a la «cultura Rave». Se trata de Peace, Love, Unity, Respect» (Paz, Amor, Unión, Respeto). A pesar de una estúpida discusión entre ravers y skaters, promovida en algunos estados norteamerticanos como en otros de Australia, en la que ambos grupos se consideraban adversarios (como si se tratara de grandes tendencias filosóficas que podrían mover las estructuras de la moral de la humanidad), los productores de la desaparecida emisora transmitían la idea PLUR, de alta solidaridad, como parte de las costumbres abrazadas por los skateboarders. Sea como fuere, en Buenos Aires son parte del paisaje urbano.