• Diario 5 -Buenos Aires, miércoles 19 de marzo de 2025

Aprovechar los informes presentados hoy por Diario 5 sobre la remoción de tatuajes, puede ser un buen paso para tomar la decisión de dejar de ver esos manchones que no dan aspecto higiénico a la piel. Y si nada de eso te convenció, quedate dos minutitos conmigo.

No sé en qué momento el mundo empezó a convencerse de que estamparse la piel con dibujos, frases mal escritas y rostros borrosos era una gran idea. Antes, las marcas en la piel eran cuestión de cicatrices de guerra o señales de distinción. Ahora, cualquiera con unos billetes en el bolsillo y un impulso mal pensado termina con un dragón descolorido en el brazo o un poema en sánscrito mal traducido.

Confieso que tengo mis prejuicios. Pero, vamos, hasta Dior, Chanel o Balenciaga, que dictan lo que realmente es elegante, jamás han sacado una colección de tatuajes. ¿Por qué será? Simple: porque jamás lo harían. La sofisticación no se adorna con tinta permanente.

Lo peor es cuando estos hombres tatuados aparecen en citas o reuniones. Si uno no se ha dado cuenta antes, al quitarse el saco sale a la luz ese collage de decisiones cuestionables. Y entonces, la pregunta surge sola: ¿qué más malas elecciones habrá en su vida? Porque, a ver, ¿qué clase de futuro prevé alguien que ha cubierto su cuerpo con una historieta barata? Mi imaginación vuela: problemas de empleo, relaciones truncas, visitas incómodas a los padres de la novia que fingen que no notaron ese desastre gráfico en su cuello.

Las mujeres tatuadas, por otro lado, me generan otra clase de interrogantes. ¿Será que intentan llenar un vacío? No es descabellado pensar que, inconscientemente, buscan un complemento de lo que falta en sus vidas. Aunque, si lo analizamos bien, es un esfuerzo inútil: un tatuaje no soluciona inseguridades ni equilibra una existencia insatisfecha.

Lo más curioso es ver cómo muchos de estos entintados, con el tiempo, empiezan a arrepentirse. En las salas de espera de los dermatólogos, los ves con mirada esquiva, como si la ropa larga en pleno verano pudiera disimular lo que ahora lamentan. Porque claro, cuando los tatuajes dejan de ser «actitud» y pasan a ser obstáculos laborales o sociales, la vergüenza se instala. La misma piel que antes exhibían con orgullo ahora la esconden con pudor.

Los tatuajes y la falsa ilusión del carácter

Tatuarse como Messi no te hace Messi. Tatuarse muchas cosas no le da destaque a ninguna. Esa es una verdad incómoda que nadie quiere admitir. Y es que a veces, más es menos, sobre todo cuando se trata de tinta en la piel.

Y ahora, vayamos a un punto más delicado: los políticos tatuados. Algunos creen que los hace cercanos, como si la tinta fuera un puente hacia el pueblo. Pero, ¿de verdad alguien confía más en un candidato porque tiene un tribal en el bíceps? La imagen de seriedad y responsabilidad no se construye con garabatos en la piel, sino con acciones. No es casual que los políticos más exitosos, aquellos que manejan el mundo, tengan la piel inmaculada. Un tatuaje en el brazo de un presidente no inspira confianza; parece más bien un intento fallido de marketing juvenil.

Y los tatuajes eróticos… ¿quién los entiende? Para empezar, hay que tener mucho coraje o muy poca vergüenza para tatuarse algo que, en el momento de la intimidad, pueda prestarse a interpretaciones inesperadas. Si la idea era encender la pasión, cuidado, porque un diseño equivocado puede derivar en risa, confusión o hasta discusiones inesperadas. Y peor aún, puede ser un disparador de celos o violencia en el peor de los casos. No falta el cavernícola que malinterprete un tatuaje sensual como una provocación a su inseguridad.

Pero lo que más me intriga es cómo cambia la mentalidad con los años. Lo que parecía una gran idea a los 20 o 25, a los 35 puede ser un motivo de bochorno. A los 40, ni hablemos. La piel envejece, las modas cambian y, con ellas, la percepción de lo que alguna vez fue «genial». Por eso, si hay algo que tengo claro es que pocas cosas en la vida son para siempre. Y si hasta los amores eternos se desvanecen, ¿qué nos hace pensar que un tatuaje resistirá el paso del tiempo sin arrepentimiento?

Y hablando de belleza, miremos la fotografía que nos acompaña: una pareja joven, abrazada, con la piel impecable y luminosa, sin una sola mancha de tinta que interrumpa su armonía natural. Sus pieles se gustan. La atracción se expande. Skin chemistry. Ella sonríe a la cámara con esa sutil sensualidad que no necesita adornos. La verdadera elegancia, después de todo, sigue estando en la simplicidad

Despido alzando un Dry M a mis queridas ciudadanas del mundo. Si están dudando entre un señor de piel limpia y un hombre que parece un catálogo ambulante de tatuajes promotion offer 2×1, piensen bien. La tinta es para la imprenta, no para la piel. No sólo no lograría jamás alcanzar ninguna excelencia estética. Hoy está lejos de la elegancia y cada vez más distante de la belleza.

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