En el mensaje del gobierno, el arte mural aparece como gesto identitario de la Ciudad de Buenos Aires o de algunos de sus barrios.
El programa Mi Barrio, Mi Mural abre una nueva etapa en la Ciudad de Buenos Aires con una convocatoria para artistas visuales que deseen dejar su trazo en paredes urbanas. La iniciativa, organizada por el Ministerio de Cultura y la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano, apunta a revitalizar muros en zonas específicas mediante obras que reflejen la identidad barrial: su historia, sus instituciones, sus personajes y todo aquello que haya quedado impregnado en la memoria colectiva de los vecinos.
La propuesta no es nueva, pero sí renovada. Desde hace años, distintos gobiernos locales entendieron que el arte urbano no solo embellece sino que también ordena. Hay datos concretos: los espacios intervenidos con murales suelen mostrar una caída notoria en las acciones vandálicas, como graffitis ilegales, pintadas políticas o pegatinas invasivas. Los murales actúan como custodios del espacio: cuando una obra de arte se instala en una pared, la calle la respeta.
En 2024, las comunas 4, 8 y 14 fueron protagonistas de esta política con murales destacados en Pompeya, Lugano y Palermo. Ahora, en 2025, la convocatoria abre el juego a artistas mayores de 18 años con domicilio en CABA que quieran proponer un mural en alguna de las seis locaciones seleccionadas: desde Cochabamba al 200 hasta la Plazoleta Hospital Fernández, pasando por muros en zonas de alto tránsito y carga simbólica. Las inscripciones están abiertas del 31 de marzo al 30 de abril a través del sistema TAD.
La selección contempla la entrega de materiales a los artistas ganadores, quienes podrán concentrarse en la realización de sus obras. La curaduría prioriza propuestas que dialoguen con el entorno, que refuercen el sentido de pertenencia y que hablen el lenguaje del barrio. Porque si algo distingue al buen mural es su capacidad de narrar sin palabras lo que una comunidad es y siente.
El arte mural, lejos de ser una práctica local o reciente, es una de las manifestaciones más extendidas y potentes del arte público en el mundo. Desde los frescos revolucionarios de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros en México, hasta las denuncias visuales de Banksy en Reino Unido, el muralismo ha servido para reclamar, homenajear, visibilizar y transformar. Hoy, en ciudades como Berlín, Bogotá, Valparaíso, Melbourne o Río de Janeiro, el arte callejero constituye una marca de identidad urbana y también una atracción cultural y turística.
No se trata solamente de embellecer. Se trata de ocupar el espacio con sentido, de proponer una mirada, de contar quiénes somos. El arte mural convierte muros grises en relatos vivos. Y cuando esos relatos los escriben vecinos y artistas que conocen el pulso del barrio, el resultado es más que una obra: es memoria pintada.
Con Mi Barrio, Mi Mural, Buenos Aires busca seguir formando parte de esa conversación global, sin perder su propio tono. Una pared puede ser una frontera… o un abrazo. La apuesta parece ser clara.