• Diario 5 -Buenos Aires, domingo 20 de abril de 2025

En todas las grandes ciudades es necesario planificar un fortalecimiento de estas tuberías. AySA sigue un plan de obras con el objetivo de optimizar el sistema de desagües y la red cloacal en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense. A veces, estos trabajos son largos y requieren de cortes de calles.

Más allá de las incomodidades, todos sabemos que se trata de estructuras fundamentales para el saneamiento urbano y la salud pública. Son obras que, finalmente, resultan invisibles. Se trata de infraestructura pura y dura. Desde las calle céntricas de la Ciudad, muchas veces resulta difícil entender que aún resulta necesario ampliar la cobertura del servicio en zonas donde la demanda ha crecido tanto en los últimos años.

Y si no se trata de una ampliación de red, podemos encontrarnos con obradores en calles o avenidas cuyas líneas de desagüe fueron iniciadas hace más de un siglo. Pues, por obvias razones de mantenimiento, allí también se realizan permanentes trabajos de mantenimiento.

La renovación y expansión de redes cloacales en distintos barrios porteños, la construcción de nuevas estaciones de bombeo y la optimización de plantas de tratamiento están permanentemente en planificación. No es que se trate de algo propio de la empresa que hoy se encarga del servicio. Lo fue en tiempos de la histórica Obras Sanitarias y también cuando la licitación de la privatización le asignó la tarea a la empresa privada Aguas Argentinas, de origen francés.

Si bien estas obras apuntan al escurrimiento de los líquidos residuales, no se trata de la red de desagües pluviales que evitan el riesgo de desbordes en períodos de lluvias intensas, ya que éstas deben ser realizadas por el Gobierno de la Ciudad en su condición de autoridad municipal.

No obstante, la modernización de los desagües pluviales y el tratamiento de efluentes deben ser trabajos coordinados. Es agua de salida. Siempre. Se debe garantizar calidad en el servicio desde los dos fartos de control de las aguas de un gran ciudad. E inmediatamente después, podemos revisar si también se está contribuyendo a la preservación del medioambiente y la calidad de vida de los habitantes. Tenemos que evitar para siempre lo que ocurrió en Bahía Blanca con la inundación del 7 de marzo.

La inversión en estas obras responde a la necesidad dar seguridad a los habitantes de una ciudad, especialmente si se trata de una urbe de dimensiones megaestructurales. Nunca más una ciudad a la que no se la acompañe en su crecimiento urbano. Para algunas personas, la proliferación de edificios es un sinónimo de progreso. Para otras, de criterio más amplio y con miras a la seguridad de la población, sólo es la mitad de ese progreso.



 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *