• Diario 5 -Buenos Aires, viernes 7 de febrero de 2025

 

miradores

El ciclo de visitas guiadas ofreció una experiencia única para conocer la Ciudad de Buenos Aires desde sus puntos panorámicos más emblemáticos.

A lo largo del año, más de 20 mil personas participaron en el renovado programa de miradores organizado por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Con cupos agotados en cada recorrido, los visitantes pudieron apreciar la magnitud y la historia urbana desde lugares que rara vez se abren al público.

Entre los miradores más destacados se encuentran:

  • Edificio Cassará (1902): ofrece vistas muy especiales de la Avenida de Mayo y su proyecto arquitectónico.
  • Galería Güemes (1915): Es famosa por haber inspirado a Antoine de Saint-Exupéry y Julio Cortázar.
  • Edificio del Automóvil Club Argentino (1942): Un exponente clave de la arquitectura racionalista, ubicado en Palermo.
  • Mirador Massimiliano Bencich y Edificio Miguel Bencich, junto con el sitio arqueológico La Cisterna, la explanada de la Plaza Mitre y la Basílica Santa Rosa de Lima.

En Retiro, la Torre Monumental (1916), con sus 60 metros de altura, fue el mirador más visitado. Reabierta tras un proceso de reacondicionamiento, se convirtió en un imperdible tanto para vecinos como para turistas. La torre puede visitarse: de lunes a viernes de 10.00 a 17.00 y sábados, domingos y feriados de 10.00 a 18.00.

Las entradas se adquieren en la Torre o en su sitio web. Los miércoles el acceso es gratuito, y grupos específicos como jubilados, menores de 12 años, estudiantes de colegios públicos y personas con discapacidad (con acompañante) ingresan sin costo todos los días.

Anuncian la incorporación de nuevos miradores mediante alianzas entre el sector privado, Nación y la administración porteña. El objetivo es expandir el programa a más barrios, con especial foco en el sur de Buenos Aires.

Desde lo alto, Buenos Aires parece revelar otra cara, que parece detenida en el tiempo. Aunque la ciudad de se fue surcando por rascacielos modernos y construcciones de vidrio que miran al cielo con arrogancia, los miradores históricos siguen siendo ventanas a la Buenos Aires de hace un siglo, la de líneas elegantes, detalles art nouveau y la solemnidad de su arquitectura ecléctica.

Más que vistas panorámicas, son un viaje a una época en la que la Reinita del Plata aspiraba a ser la París del Fin del Mundo. Subir a estos miradores es, realmente, reencontrarse con una belleza sin prisa, donde cada voluta, cornisa o moldura es un poema y cada cúpula una pincelada de estilo. Allí, el reloj parece marcar un instante de gloria, permitiendo que el paisaje se despliegue como un lienzo donde conviven lo antiguo y lo moderno, pero con una jerarquía clara: la elegancia de antaño siempre tiene la última palabra.

 



 

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