En casi todos los países se espera siempre que un banco estatal o cualquier institución financiera ofrezca tasas de interés preferenciales o programas especiales para adultos mayores. Lo damos por sentado como una cuestión de política y responsabilidad social más que un requisito legal estricto. Pero tomar iniciativas para proteger a las poblaciones vulnerables, incluidos los ancianos, y promover la inclusión financiera y el bienestar como política propia del banco es celebrable.
El Banco Nación tiene el mandato de servir al interés público, lo que incluye atender las necesidades de diversos grupos demográficos, incluidos los jubilados. De manera que, al ofrecerse programas especializados para ellos se da cumplimiento de este objetivo constitutivo de la máxima institución financiera argentina.
La personas mayores enfrentan desafíos económicos únicos, como ingresos fijos, gastos de atención médica y planificación de la jubilación. Venimos todos golpeados. Pero ellos, más. ¿Ayuda a mejorar su bienestar financiero y su inclusión en el sistema bancario el brindarles acceso a crédito a tasa «normal»? En la Argentina, eso -por lo menos en esta etapa- no se sabe.
Una responsabilidad ética.
Si bien no hay que olvidar que ofrecer tasas de interés preferenciales para los adultos mayores también puede ser una medida estratégica para que el bancos estatal atraiga clientes y compita en más rubros con instituciones financieras privadas que puedan ofrecer programas similares, el impulso del BNA para ayudar a jubilados parece original y libre de una planificación que mira al mercado. Se trata de una herramienta que debe estar disponible, en particular para quienes, con sus ingresos fijos, enfrentan dificultades económicas.
Veamos ahora la presentación que realiza el banco con respecto de su nueva línea de créditos y comprobemos si los números que se incluyen se ajustan a las premisas expuestas.