¿Es cierto que hay muchas personas altamente capacitadas en la Argentina, que podrían actuar aplicando sus talentos, pero que no se involucran por fiaca?
En la Argentina y en muchos países de la región se da mucho valor al hecho político de las elecciones y no demasiado a la importancia cívica e institucional que conlleva. Lo segundo es aburrido y lo primero da lugar a mucho folklore, participación apasionada aunque resulte vacía, consignas a puro bombo y otras variantes, muchas veces originales y hasta sorprendentes.
Lo otro es más difícil y con mucha reflexión. Casi siempre requiere que lo que se criticó se reemplace con una verdadera propuesta superadora y ahí la mayoría hace agua. Incluso los mismos candidatos. Por eso aparecen los asesores de los legisladores. Suelen ser muchos. Nos quejamos cuando nos enteramos. Pero no tenemos idea de qué es lo que hay que hacer para evitarlo. O sí, pero nos da fiaca.
Acabamos de meter el dedo en el punto más sensible de la llaga.
Nos da fiaca.
No les pasa a todos. Pero a una cantidad muy importante de argentinos, sí. Nos pasa. Nos da fiaca hacer nosotros lo que sabemos que «debería hacerse» (es decir, «alguien debería hacerlo»).
¿Alguna consideración acerca de por qué en la Argentina la inmensa mayoría de los problemas «no pueden solucionarse»? Como -por efecto de los mensajes recibidos en Diario 5 y comentarios previamente publicados por usuarios- muchas personas no entienden los encomillados irónicos, dejamos en claro: No es que los problemas «no pueden solucionarse», porque la obviedad arrasa con el concepto.
Entonces, ¿podría decirse que «somos nosotros» los que «no podemos solucionarlos»? Sí, podría. pero a los argentinos pueden pasarnos a degüello a toda nuestra familia, amigos, mascota y amantes, antes de que nos pisoteen el ego. Jamás un argentino podrá aceptar que no puede o no sabe encarar algo. El argentino negociará el motivo y aceptará que no hizo, hace ni hará lo que corresponde para solucionar sus problemas, por fiaca.
Aceptamos que se nos tilde de haraganes, antes de que reconozcamos que somo incapaces.
Nos gustan mucho las campañas políticas. La mayoría las vive como una competencia deportiva. Existe un grupo -muy, estúpidamente, mal politizado- que considera que este tipo de actitud de la sociedad se debe a la influencia de los medios de comunicación, con lo que iguala a sus adversarios políticos (ultra «influidos») con otros tres grupos que no siempre juegan en la misma cancha: los que entienden el escenario público y no les importa nada, los que no sabiendo un pito a la vela se jactan de sus responsabilidades democráticas y los que se creen todo lo que les dicen, mostrándose en todo su esplendor como carne de clientelismo.
Si tenés ideas claras acerca de cómo se pueden solucionar algunos problemas, acercate a las agrupaciones y militá con honestidad. Si estás entre los que -por fiaca- nunca arrimaron sus planes e ideas para superarnos como sociedad y como pueblo, votá y callate.
URUGUAY
BRASIL
PARAGUAY
CHILE
COLOMBIA
PERU
BOLIVIA