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Un informe sobre cuidados especiales

Pordiario5

Dic 10, 2017

cuidados-mayores3En medio de una batería de confusiones surgidas de los ajustes visibles en Obras Sociales, Servicios de Salud Prepagos y presupuestos en baja para hospitales públicos en todos los estratos y distritos, surge la necesidad de conocer si quienes quedan a cargo de la salud de nuestros seres queridos con necesidad de cuidados diferentes que los que demanda el común de los pacientes, puede aún alcanzar ciertos niveles de satisfacción que conocimos como parte de una Argentina en la que las instituciones funcionaban aceitadamente a partir de la «buena mano» de los que saben.

El alivio para tal incertidumbre lo encontramos en un informe que deja en claro la amortiguación que ponen en marcha los sistemas de atención especial para personas con altas vulnerabilidades.

Conclusiones del trabajo de las profesionales de la Lic. Alicia Agra, Psicóloga (MN 9377) y de la Lic. Nélida E. Domínguez, Fonoaudióloga (MN 3563) denominado “De Cuidados y Cuidadores”, preparado para La Secretaría de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Los profesionales de la salud deberíamos reparar o tener en cuenta un poco más la problemática que se destapa en el seno de una familia cuando sus adultos mayores comienzan su proceso de envejecimiento.
Formados — como casi todos estamos — en hospitales de agudos, nos preparamos para ser consultados ante la enfermedad ya instalada o la resolución de urgencias.
Sin embargo, muchas veces, ni advertimos que ese paciente que venía a sus controles periódicos solo o con su cónyuge ahora lo hace acompañado de un tercero y que aunque lo niegue o disimule, no es tan independiente como antes.

La salud de los ancianos depende esencialmente de su estado de salud anterior, los cuidados sanitarios de higiene y control a lo largo de su vida, de su nutrición, de su actividad física, de la armonía de su entorno.
Por eso sugerimos abrirnos al concepto de prevención primaria en cuestiones de vejez a través de estrategias básicas:

–Educación de la población
–Control de factores sociales y ambientales
–Protocolos de screening
–Prevención de accidentes
–Interconexión con todo el equipo de salud

Un cuidador de anciano autovalente que tenga poco alterada su movilidad e independencia y pueda sostener este vínculo en el tiempo es parte de una experiencia enriquecedora, que lo emociona y compromete día a día.
Pasa a ser puente entre la familia y el anciano por lo tanto deberá tener una relación fluída con sus integrantes y evitar conflictos internos.
Sugerimos:

– Llamarlo por su nombre de pila.
– Incentivarlo a desarrollar actividades diarias caseras o grupales.
– Dar la oportunidad de mejorar la conducta.
– Aprovechar habilidades conservadas.
– Respetar su derecho a elegir.
– Respetar sus tiempos.
– Estimular la memoria y los gratos recuerdos.

“Se registra en todo el mundo un constante aumento del número de ancianos: esto comporta de parte de todos un mayor empeño ético, moral, político, social y organizativo a fin que les sean garantizadas adecuadas medidas de seguridad y eficz asistencia”
Juan Pablo II

 

NUESTRA OBSERVACION

Basadas sólo en la observación de nuestros pacientes adultos, población heterogénea, con compromiso en diversas patologías o no, y sus cuidadores de turno nos animamos a dividirlos en tres perfiles, absolutamente independiente del nivel socio cultural del cuidador:

1) Cuidadores vocacionales: entienden el significado de su actividad, la realizan con compromiso y vocación por la asistencia social. Toman la distancia necesaria para vincularse con afecto y prudencia. Promueven el diálogo, varían las actividades, son creativos a la hora de armar un esquema de acción divertido e interesante para los gustos del anciano. Ganan su confianza, respetan y son respetados. Interactúan.
2) Cuidadores sobreprotectores: ellos hacen todo por el anciano que aún puede. En su afán de conservar su fuente de ingreso y que el familiar no encuentre fallas no cuidan sino que sobreprotegen y anulan las iniciativas o intenciones que surgen del adulto. Son los más fáciles de ser reemplazados porque el anciano se aburre, se ve infantilizado y ridículo.
3) Cuidadores abandónicos: ser cuidador es solamente un trabajo más, no hay registro del otro, hay por lo general mal trato y sometimiento hacia el anciano quien se transforma en víctima y manifiesta miedo. Pueden administrar la medicación sin criterio y a desgano.

A cómo corre el siglo y con las mayores expectativas de vida, no se podrá dar la espalda a la formación de cuidadores en salud. Todos dependemos de todos. La trama de vínculos sanos, coherentes, afectuosos que nos permitan interpretar las necesidades del otro, no tan diferentes a las propias, hará más digno el misterioso proceso de vivir y morir.

“Ud. es mi mejor amigo.” (Miss Daisy a su chofer)

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