Varios informes sobre el costo de las vacaciones en Mar del Plata para el verano de 2025 revelan un panorama preocupante para las familias porteñas y de toda la Argentina. Veamos a qué se enfrentan. Hay una amplia brecha entre las opciones más económicas y las más lujosas. Con valores que oscilan entre $450 mil y $3,4 millones para una semana, este destino, tradicionalmente asociado con el turismo popular, parece haber dejado atrás su impronta de accesible.
El contraste entre las categorías de alojamiento y transporte resalta la inequidad en las posibilidades de disfrute vacacional. Mientras que un alquiler básico de un departamento de 2 ambientes combinado con el uso de un auto gasolero puede considerarse una opción moderada, el lujo de un hotel 4 estrellas y vuelos en avión está reservado para un segmento muy reducido de la población. Este escenario no incluye aún los costos adicionales en alimentación, entretenimiento y compras, que inevitablemente incrementan el presupuesto necesario.
Un dato recurrente es la comparación con Río de Janeiro, donde vacacionar resulta similar o incluso más económico en ciertos casos, según los informes. Esto subraya cómo la inflación local y la devaluación del peso han distorsionado los costos del turismo interno, llevando a muchos a optar por destinos internacionales pese a las complicaciones de traslado y cambio de moneda.
Además, el informe refleja un cambio de tendencia: cada vez más argentinos buscan opciones fuera del país, dejando de lado destinos clásicos como Mar del Plata. Este fenómeno responde no sólo al aspecto económico, sino también a una percepción de que el turismo doméstico no siempre ofrece una relación costo-beneficio favorable.
En definitiva, el costo de vacacionar en Argentina parece estar afectando tanto la accesibilidad como el atractivo de destinos tradicionales. Es fundamental replantear políticas y estrategias para fortalecer el turismo interno, buscando equilibrar precios y calidad y promoviendo opciones que no excluyan a grandes sectores de la población. Mar del Plata, como emblema del verano argentino, enfrenta el desafío de recuperar su esencia popular sin sacrificar calidad ni sostenibilidad.