¿Por qué se nos está haciendo costumbre el tener que hablar de eventuales rupturas diplomáticas con distintos países? ¿Qué es esto de tensar relaciones con Brasil, con España o con Francia? ¿Hay, acaso, gente que cree que la Argentina es una nación en condiciones de celebrar los innecesarios cacareos egolátricos de un gobernante -o de cualquiera que lo represente- hasta la caída en uno o varios conflictos diplomáticos?
La Argentina ha tenido algunas rupturas de relaciones diplomáticas a lo largo de su historia, más allá del conflicto con el Reino Unido en 1982.
En 1884, la Argentina rompió relaciones diplomáticas con Bolivia debido a disputas territoriales en la región del Chaco Boreal. La situación se tensó considerablemente, aunque finalmente se resolvió a través de negociaciones diplomáticas.
En 1958, las relaciones entre la Argentina y Chile se deterioraron a raíz de incidentes fronterizos en la zona del Lago del Desierto, en la provincia de Santa Cruz. Aunque no se llegó a una ruptura formal, las tensiones fueron significativas y afectaron las relaciones bilaterales durante un tiempo. Pasados 20 años de ese foco de tensión, Argentina y Chile se introdujeron en uno peor. Dos dictadores genocidas gobernaban sendas naciones que comparten la tercera frontera más grande del mundo. Estaba clarísimo que a Videla y Pinochet les convenía ir a una guerra, pues con ella se blanquearían centenares de negociados, operaciones ilegales y acciones criminales cometidas por sus respectivos gobiernos a cada lado de la Cordillera de los Andes.
El caso de las relaciones diplomáticas entre la Argentina y la Unión Soviética, interrumpidas en 1917 a raíz de la Revolución Rusa, no fue una rareza, dada la gran cantidad de naciones que repitieron la acción. La nueva administración bolchevique y los cambios radicales en Rusia llevaron a la suspensión de muchas relaciones diplomáticas por parte de varios países, incluida Argentina. Las relaciones diplomáticas entre Argentina y la Unión Soviética fueron restablecidas en 1946. Juan Domingo Perón y Eva Perón entendieron que en el contexto del fin de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría, había que reevaluar las relaciones con los rusos de la Unión Soviética.
En la Guerra Fría, Argentina rompió relaciones diplomáticas con Cuba en 1962, luego de la Crisis de los Misiles y el alineamiento del gobierno cubano con la Unión Soviética. El presidente Arturo Frondizi se había abstenido de votar contra la expulsión de Cuba de la OEA, en un encuentro de líderes del continente en Punta del Este. John Kennedy pareció respetar la posición de su par argentino pero el Pentágono y la Secretaría de Estado presionaron con mucha facilidad, encontrando en los mismísimos militares argentinos el instrumento correcto para alcanzar su objetivo. Estos energúmenos -que por entonces aún no habían demostrado su incapacidad absoluta para conducir las acciones armadas en una guerra, estaban hambrientos de quedarse con el poder que legítimamente le pertenecía al presidente votado por el pueblo. Políticamente atado de pies y manos, Frondizi, finalmente, rompió con La Habana. Las relaciones se restablecieron en 1973, durante el gobierno de Héctor Cámpora.
En 2009, Argentina rompió relaciones diplomáticas con Honduras en protesta por el golpe de Estado que destituyó al presidente Manuel Zelaya. La medida fue parte de una condena internacional más amplia. Las relaciones se restablecieron en 2011, tras el retorno del orden constitucional en Honduras.
Aunque no hubo una ruptura formal, las relaciones entre Argentina e Irán se vieron gravemente afectadas tras los atentados a la Embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 y a la AMIA en 1994. Se acusó a Irán de estar involucrado. Las tensiones diplomáticas han persistido durante años, con fluctuaciones en la relación bilateral según gobernara el menemismo, el peronismo, el radicalismo, el kirchnerismo de los Kirchner, el Pro o La Libertad Avanza.
A propósito de la administración actual -y como centro conflictivo que motivó el actual informe- no tiene aprobada la materia Diplomacia y tampoco parece interesarle demasiado. Como en el secundario, le queda como «previa» y tendrá que superar, en algún momento, el aplazo.
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