La Jornada Ambiental Obligatoria, que se cumple este año por cuarta vez, dispara una polémica compleja, al comprobarse que no es cierto que la actual generación de estudiantes de hasta el nivel medio tengan un conocimiento significativo sobre ecología.
Cuando escuchamos a los jóvenes hablar de ecología o vemos a los más chicos en algún proceso de aprendizaje sobre temas ambientales, nos imaginamos que ya hay una o dos generaciones absolutamente conscientes del reciclaje de productos, las energías renovables, la reducción de emisiones de carbono, etc, etc.
Pues, no. O, por lo menos, no tanto.
No es tan sencillo: el recambio hacia una docencia con sentido de pertenencia en lo sostenible, aún no se completó.
Por eso cada año se realiza la «Jornada Ambiental Obligatoria». Allí se aborda la temática ambiental en las aulas. La cumplen las escuelas de todos los niveles.
Parecía que muchos chicos ya eran licenciados en «Vida Verde», pero aún la problemática ecológica no está incorporada, de manera definitiva, a los programas educativos.
A propósito, en estas mismas jornadas, la comunidad educativa aprovecha para debatir sobre cómo avanzar con la Educación Ambiental en las escuelas.
Con referencia a lo que los alumnos demuestran conocer, el aprendizaje de los temas del Medio Ambiente no difiere en lo más mínimo de lo que se debe realizar para aprender acerca de otras materias. Por lo tanto no es difícil encontrar en una determinada disciplina un resultado demasiado diferente al que se puede comprobar en otras. La conclusión natural es que si hoy la educación hace agua en las materias básicas, ¿por qué estos pibes iban a «saber una bocha» de ecología como nos lo quisieron hacer creer desde el gobierno nacional en 2013?
Un ejemplo concreto de politiqueo sin una medida digna acerca de este tema, fue el discurso de Cristina Fernández de Kirchner durante la apertura del ciclo lectivo 2015, donde mencionó la importancia de la educación ambiental y destacó que los jóvenes tenían un gran conocimiento y conciencia sobre temas ecológicos.
Sí, lo dijo.
En ese discurso, la entonces presidenta resaltó cómo las políticas educativas habían incorporado la educación ambiental en los programas escolares, promoviendo la responsabilidad y el compromiso de los estudiantes con el medio ambiente. Aunque parezca de ficción, Cristina aseguró que los chicos y chicas de las escuelas primarias y secundarias argentinas mostraban un notable interés y conocimiento en temas ecológicos, fruto de las políticas implementadas durante su gestión.
Sólo quedaba por halagar los contenidos de educación ambiental en el programa «Conectar Igualdad», que dotó de computadoras a estudiantes de nivel secundario, cuya falta de control hizo que sólo el 7% de los equipos fueran aprovechados para interactuar en materias de estudio.
Y también lo hizo.
¿Estas afirmaciones fueron parte de una estrategia más amplia para fomentar la educación ambiental y la responsabilidad ecológica entre las nuevas generaciones?
Dada la comprobación de que el fanático no ingresa al gimnasio donde entrenan los pensantes, estamos en condiciones de asegurar que hay quienes aún creen que sí. Es más: esas personas están absolutamente preparadas para dar vuelta el argumento con el que planteamos el problema en esta nota y aseverar que es correcto decir que hubo «un ‘reconocimiento oficial’ del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner hacia los estudiantes por su conocimiento y responsabilidad frente a los problemas ambientales».
Suena hermosamente épico, como todo lo que rodea los sueños de juventud de la agrupación política que apoya a la ex mandataria con más ahínco. Con la salvedad de que cuando se ven en el llano, caen en la obligación de tomarse un descansito, mientras su natural fuente de financiación también lo hace.