Feliz Navidad a un pueblo que necesita de sí mismo, más que nunca. Que tiene una parte de la gente que entiende de manera relativa lo que se presenta como absoluto y trata como mármol lo que podría ser maleable como la arcilla.
Que viva lo que deba vivir y que el cielo espere. Pero si algo agoniza y lo vemos, recordemos: el que avisa no es traidor… hasta que deja de avisar.
¿Hijos o nietos que emigran? Nunca permitas que nadie venga a darte una opinión acerca de por qué esos chicos lo hicieron. Lo hicieron y punto. Lo único que faltaba es que traigan la puta grieta frente a tu cara de angustia y darte lecciones de lo que no es.
Navidad en paz para vos. Y para ellos, feliz joda en el boliche, birreo hasta mediodía y un pasito más hacia su propio descascaramiento del que ya nadie se está ni compadeciendo.
La Argentina se dirige -excepto que medie un milagro- a ser, en 2060, un hito en la historia de las decadencias.
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