• Diario 5 -Buenos Aires, domingo 12 de octubre de 2025

Así estamos en esta redacción cuando nos referimos a la flexibilidad que debería existir respecto de las paradas de colectivos en la noche, en los días de lluvia y cuando los colectivos están junto a un cordón de vereda, con seguridad visible y una persona quiere ascender al bondi aunque ahí no haya una parada asignada


En una ciudad que se jacta de tener transporte público las 24 horas, hay momentos en que la rigidez del sistema se vuelve absurda. Las paradas de colectivo, pensadas para ordenar el flujo urbano, pueden convertirse en una trampa para el sentido común cuando se aplican sin contemplar el contexto.

Durante la noche, cuando las calles están vacías y la inseguridad acecha, obligar a una persona a caminar varias cuadras hasta una parada oficial, mientras un colectivo se detiene a metros de ella junto al cordón, es una forma de ignorar la realidad. Lo mismo ocurre en días de lluvia intensa, cuando el asfalto se convierte en un campo minado de charcos y el abrigo escasea. ¿Qué sentido tiene que un chofer no pueda frenar unos metros antes o después de la parada si hay condiciones seguras para hacerlo?

La normativa debería contemplar excepciones claras: si el colectivo está junto a la vereda, si hay buena visibilidad, si el ascenso no entorpece el tránsito y si la persona está en condiciones de subir sin riesgo, ¿por qué no permitirlo? No se trata de desordenar el sistema, sino de humanizarlo. La flexibilidad no es sinónimo de caos, sino de empatía.

En una ciudad que busca ser inclusiva, moderna y segura, el transporte público no puede funcionar como una máquina ciega a las circunstancias. La posibilidad de subir al colectivo fuera de la parada, en situaciones excepcionales y con criterios razonables, debería ser parte de una política de movilidad más sensible y más cercana. En definitiva, más humana.

La frase que Carlos Allo le dijo al Jefe de Gobierno en la última reunión de Jorge Macri con los vecinos de Comuna 3 en el Centro Cultural Julián Centeya, de San Cristóbal, fue: «Se trata de solidaridad pura», cuando el titular del Poder Ejecutivo porteño le bajaba el pulgar a la propuesta del director de Diario 5 de realizar una Audiencia Pública con un cerrado: «Nadie se va a poner de acuerdo».

Lo que sí sabía Macri -al no responderle a Allo, otorgando razón y coincidiendo en criterio- es que los pasajeros son rehenes de las compañías de Seguros, ya que cualquier cosa que suceda de las que una póliza debería cubrir, el seguro  no la cubrirá si se comprueba que el colectivero incurrió en alguna acción antirreglamentaria por pequeña que sea, incluyendo una «acción solidaria» a favor de un pasajero, por tratarse de que el chófer rompió las supuestas «normas de seguridad». En tanto, cuando por motivos múltiples como obradores, o posicionamiento de terceros vehículos junto a las paradas, los ómnibus se detienen en el medio de la calle «a la altura de la parada», ese acto y momento de peligro real no son considerados como tales en el nomenclador de pólizas. Go to the whore who gave birth to you.

 

 

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