
Lo que se ve en imagen es una clara muestra del poco profesionalismo con el que se manejan las autoridades de transporte, tanto de la Ciudad de Buenos Aires como de la Nación.
Exactamente frente al Congreso Nacional se observa en un refugio la parada de dos líneas de colectivo, de las que se supone -al criterio de quien no está enterado de ningún cambio- están operando normalmente. Se trata de la Línea 6 y de la Línea 50.
Hace poco se informó acerca de la desaparición de la Línea 6 para ser reemplazada por un ramal de la Línea 50. Lo que está ocurriendo en este momento es que tal ramal no está indicado ni en el frente de los coches de la Línea 50 y, lo que es peor, ni siquiera en las paradas.
La desidia se declara en el preciso momento en que quien debe hacer los cambios con precisión considera que no sería necesario tomarse ese trabajo, ya que, desde el punto en cuestión y hasta el final de los recorridos, ambos servicios cursaban el mismo itinerario.
Dando por sentado que todo el mundo se enteró de la desaparición de la Línea 6, dejan la prueba de su escaso interés en beneficiar a los pasajeros y proceder a retirar los carteles que dan cuenta de la ya falsa existencia de esa línea. Estos ineficientes consideran, entonces, que el público se dará cuenta de que ya no debe esperar un colectivo con ese número en el frente.
El absurdo nos inunda y los que traen el agua son gente a la que alguien le dio poder.
«Agua y ajo», es su respuesta.



















































