Quizás los argentinos podamos dar un paso para terminar, en simultáneo, con la acción de varios tipos de canallas al mismo tiempo. Es que muchas veces nos encontramos con que la condición de desalmados de algunos, no es todo lo que tienen para que los repudiemos. Tal el caso del club de hijos de puta que protagonizan el caso Loan Peña, en un pueblo correntino que nunca al que sus intendentes nunca le dieron la iluminación urbana para 8 calles, pero parecería que tienen gente lo suficientemente poderosa y bien dispuesta a hacer desaparecer el cuerpo de una criatura de 5 años porque los mataron «accidentalmente».
Y nos tuvieron como pelotudos a los argentinos durante dos semanas, haciéndonos especular con todo tipo de destino posible para el pobre chico, incluso incitándonos a abrir sospechas sobre vaya a saber cuántos inocentes.
Mataron e hicieron desaparecer un cuerpo.
Comencemos por una carátula acorde al delito, sigamos por una condena sustanciosa y -en el camino- que paguen en dinero comprobable el costo del trabajo de los centenares de profesionales que se pusieron al servicio de esta causa y que los argentinos en su conjunto no deberían querer asumir.
No juntamos aún la energía suficiente para repudiarlos como se merecen.
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