Mientras las voces afines al gobierno nacional presentan el actual capitulo del tironeo por la presencialidad con la frase: «El Gobierno porteño desoye el fallo de la Justicia y ratifica las clases presenciales», un comunicado del GCBA dice textualmente: «Hasta que la Corte se expida, las escuelas en la Ciudad de Buenos Aires continúan con el dictado de clases presenciales»,
La decisión del gobierno porteño se tomó luego de la resolución del juez en lo Contencioso Administrativo Federal Emilio Furnari. El fallo de Furnari dice que la C iudad de Buenos Aires debe suspender la concurrencia y la permanencia de los alumnos en las aulas.
Gabriel Astarloa, procurador porteño se manifestó a favor de la decisión de la administración Rodríguez Larreta, que – en otro párrafo de su comunicado- anticipó que acatarán el fallo de la Corte Suprema. Por supuesyto que el jefe de gobierno juega con fuego: está viendo a qué fallo de hace caso, según le digan si su pelada es linda o fea.
Si bien el documento cierra con un categórico «Eso está fuera de discusión», el gobierno porteño no le dio entidad a un juez que falló sobre el tema.
Existe un delgado hilo sobre el que se plantea la discusión de orden constitucional, donde -ante el anuncio de la Corte Suprema de considerarse competente en el caso a resolver- ningún juez debe involucrarse en el tema, por lo que el jefe de Gobierno se queda esperando la resolución del máximo tribunal, pase lo que pase y se manifieste quien quiera que sea, desde cualquier ámbito, inclusive un juzgado intermedio.
En esta discusión, unos les hablan a los otros acusándolos de son «los otros» quienes hacen política con la pandemia. Es tan obvio que detrás de Alberto y Horacio, presionan Cris y Pat, que hasta sus olores trasuntan la escena que deberían preservar para sí y sólo para ellos, presidente y jefe. Pero no. Ellas están. Molestan. Desunen. Destruyen. Y sus seguidores las siguen amando, creyéndose -cada grupo- «los buenos» y sindicando como «los malos» al de enfrente. Lo de siempre, como nunca.
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