Operan los especialistas en estas delicadas cuestiones desde el gobierno nacional y desde el GCBA. También participa el kicillofismo, que, en simultáneo, se mantiene obligado -por madrinazgo político- a mantener la guardia alta en todo lo que sea vociferar públicamente lo que pueda estar o verse mal en la Ciudad de Buenos Aires.
No se trata de figurines de la telepolítica ni mucho menos. Los negociadores, esta vez, son secretos y se mantiene la reserva de sus nombre y lugares de reunión, dado que no hay demasiado margen para caprichos políticos que puedan complicar las cosas, no para alguno de los grupos políticos en pugna, sino para la clase dirigente en general. En este sentido, se pactó uns tregua de por lo menos un mes en la guerra de las guarras.
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