El titular de la CNRT, autor de un zafarrancho de desprolijidades en el transporte público durante los meses fuertes de la pandemia por coronavirus, no fue alcanzado por la crisis política desatada tras la PASO. Ni siquiera nadie se percató de su ineficiencia y quedó en su cargo, sin que el presidente Alberto Fernández comprendiera la situación del funcionario recomendado por Sergio Massa.
La Comisión Nacional de Regulación del Transporte, durante la etapa crítica del Covid, no sólo no cumplió con ninguna de las premisas establecidas por los asesores en temas de salud a los que apeló el gobierno, sino que autorizó -de manera dispar- a algunas empresas de transporte a hacer caso omiso de la normativa que obligaba a los colectivos a no dejar que los pasajeros viajen sentados en los asientos -simples o dobles- que se enfrentan con otros, pudiendo dejar a personas frente a frente y a corta distancia.
El problema consistió en que, a partir de octubre de 2020, decenas de líneas de colectivos tenían anuladas las butacas que hacen viajar a los pasajeros de espaldas al recorrido, pero -a su vez- con pasajeros viajando parados. El resultado fue una contradicción ultra peligrosa y con altísimo riesgo de transformarse en letal.
La falta de trascendencia a esta situación se debió pura y exclusivamente a que ni los funcionarios que cometieron el espantoso error, ni los representantes de los medios de comunicación que tenían la posibilidad de darle visibilidad a este acto criminal de escritorio, viajan en transporte público.
Nos hemos encargado de darle seguimiento a esta burla a la sociedad y aún lo hacemos.
La esencia de Diario 5 consiste en recordar, hacer notar o -directamente- enseñar que la manera de viajar a diario de las personas en las grandes urbes, resulta uno de los más salientes aspectos de la tan mentada Calidad de Vida, en su característica más global y más evidente: viajar mal es parte de vivir mal.
No estamos debutando en las críticas al director del organismo que tiene a su cargo uno de los aspectos más importantes de las grandes necesidades de la población y de la que es rápido y sencillo evadirse cuando se ha estado toda una vida viajando en vehículo propio o -a lo sumo- tomando taxis.
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