Mes político

Y arriesgado. Se puede caer, moralmente, bastante bajo.

No se trata de que los otros meses del años no hayan tenido a la política en primer plano. Es más. La preparación, el calentamiento previo de la etapa que se viene ya fue lo suficientemente densa, muy politiquera y poco productiva, sobre todo n lo que los protagonistas permitieron dejar ver. oír y leer en medios de comunicación, redes y webs

A propósito, es muy importante tomar en cuenta que las personas que señalan con el dedo a quienes -al solo juicio de ellos- son «antipolítica» por el hecho de que cuando hay algo para observar de quienes alcanzan cargos en cualquier ámbito del estado, sea por la vía electoral o por designación, están casi siempre torcidas en su criterio.

Esta raza de fanáticos de la militancia Per sé y no Per aspera ad astra, jode. Siempre están adoptando la soberbia postura del que se quiere mostrar humilde. Es mucho mayor se satisfacción en ver que la política «va salvando situaciones» que en comprobar que trabaja «para solucionar definitivamente» Muchos de ellos son periodistas y, a partir de su actividad, se manifiestan prejuiciosamente proclives -en cada frase que hilvanan- a dar por sentado que quienes tienen una mirada crítica sobre la fauna global de la política, están invariablemente a favor de los paracaidistas de la actividad.

Error.

Cronista de todas las campañas electorales entre 1983 y 1995, militante fanático por la lamentablemente fallida Ley de Democratización de los Sindicatos liderada por el ministro de Trabajo de Alfonsín, Antonio Mucci, en 1984; redactor, productor, locutor y editor en decenas de medios de comunicación de todos tamaños empresariales imaginables y cumpliendo múltiples roles de todas las jerarquías habidas en los medios de comunicación, el que suscribe sostiene un número atendible de críticas a lo que hoy muchos consideran como un bien supremo para el bienestar de todos: el volcarse a la política.

Jamás hemos ido a ningún centro de reparto de boletos para el Poder en ningún Partido ni Movimiento ni Alianza política, a «pelar chapa» por haber sido encarcelados temporalmente en nuestra juventud durante la dictadura siendo periodistas. Afectados de manera directa por la desaparición de amigos personales, jamás utilizamos a los organismos de Derechos Humanos ni para sentirle el olor a los beneficios que, desde principios del Siglo XXI abundaron desde el Estado.

Por eso, vale la pena alzar la voz cuando vemos que, en lo que globalmente llamamos «la política» y en el colectivo que popularmente se define como «los políticos», sentimos que tenemos que alzarla. Y hay que hacerlo, aunque aparezca cualquier chichipío con ínfulas de «militante» o miembro de lo que en algunos ámbitos partidarios identifican como «la lucha», a señalarnos falazmente con su dedo índice gastado de tanto habérselo chupado mientras nosotros trabajábamos, que cuando nos expresamos tan críticamente estamos enrolados en la «antipolítica». Tuvimos que escuchar, en su oportunidad, una estupidez de esa categoría nada menos que de parte de un miembro de la asociación profesional que reúne a medios de comunicación porteños dedicados a los temas inherentes a los barrios de a Ciudad y a la que pertenecemos. Va siendo tiempo de madurar y respetar.