Los ñoquis del día 29 de cada mes es uno de los legados de la histórica emigración italiana a Argentina, pero también es una constante en Uruguay e incluso en Paraguay. Entre muchas, es la costumbre que quizás más llama la atención por su regularidad, que resiste el encanto de la modernidad. Los orígenes no son seguros, pero el rastro principal es el que se remonta a San Pantaleone.
Un joven médico originario de Nicomedia, en la actual Turquía, San Pantaleone se convirtió al cristianismo y comenzó a vagar por Italia, brindando su ayuda a los pobres y enfermos que encontraba en su camino. Según la leyenda, se presentó agotado y hambriento en casa de una humilde familia de pescadores venecianos. A pesar de las limitadas posibilidades, fue invitado a su mesa.
Una versión fecha el evento el 29 de julio, otra el 29 de diciembre. Ambos, sin embargo, coinciden en la comida que se ofrecía al que luego se convertiría en santo: los ñoquis. Para saldar la deuda, el peregrino deseó a esa familia un año de prosperidad y abundancia. Y así fue. Por eso, desde entonces, el día 29 del mes se ha convertido en una fecha en la que preparar ñoquis para compartir, como un buen deseo para el futuro.
Las albóndigas de papa son el resultado de desarrollos posteriores. En el momento del viaje de San Pantaleone -entre fines del siglo III y principios del IV- las papas aún no habían llegado de América y por lo tanto es cierto que eran ñoquis preparados solo con harina.
Una variante de la leyenda remota dice que después de la partida de Pantaleone, aparecieron monedas de oro debajo de los platos en esa casa. Y de ahí surge otra costumbre argentina, la de acompañar los ñoquis con una nota deseando riqueza.
Una versión menos mística de los ñoquis del 29 y mucho más reciente, tiene su ambientación en el Piamonte que, hay que recordar, es una región que dio mucho a la primera emigración italiana a Argentina. Era 1690, hubo una mala cosecha de trigo que provocó el hambre en una aldea.
En ese momento se decidió utilizar papas -que mientras tanto habían llegado de América- para preparar una pasta sin trigo, logrando alimentar a los lugareños. A partir de ese momento se decidió preparar ñoquis cada 29 de junio, fecha del santo patrono, para honrar la cosecha de la papa.
En Argentina se pueden comer en todas partes, en casa y en cualquier restaurante. Menos común ahora es prepararlos prefiriendo la versión industrial. En cuanto a la salsa, incluso la tradición de una salsa ligera de tomate va acompañada de variantes muchas veces demasiado ‘atrevidas’, lejos de la sencillez de su origen.
Finalmente, el ingenio criollo para una nota de color. En la Argentina se les llama ñoquis a los empleados públicos y los que no van a trabajar, pero se presentan cada 29 del mes a cobrar su salario.
Otra versión, otros santos
Dante Russo, desde Bologna, enseña al mundo acerca de que en la Argentina, el día 29 de cada mes es tradicional comer ñoquis y poner dinero debajo del plato.
La gran ola de emigración masiva que tuvo lugar a fines del siglo XIX, cuando 3 Millones de italianos se mudaron a Argentina, obviamente, dejaron rastros italianos en el idioma, en las formas de vida y en la cocina.
Para los argentinos es costumbre comer ñoquis el día 29 de cada mes, poniendo dinero debajo del plato como homenaje a San Pietro y San Marco (patronos de Venecia).
Esta práctica era especialmente común en el pasado porque a fin de mes el dinero escaseaba y los ñoquis, hechos con harina, papas y agua, eran baratos de preparar. A esto se suma otro aspecto interesante: A fin de mes muchos inmigrantes y trabajadores a menudo tenían escasez de dinero. Era común hacer una ofrenda a los santos, colocando billetes debajo del plato para pedir, como si fuera una oración, que llegara pronto el dinero del salario mensual, que se pagaba a fin de mes.
La costumbre se mantuvo en algunas zonas argentinas, hasta que reverdeció y se impuso definitivamente en los años ’70 del Siglo XX.