El organismo regulador del transporte sigue demostrando que tiene más calientasillas que personas pensantes en sus plantillas directivas, gerenciales y operativas. Es -sin lugar a dudas- uno de los centros de mayor producción de "saraza" que alberga el Estado Nacional.
La Comisión Nacional de Regulación del Transporte se autocalifica como el organismo del Estado destinada a ejercer un orden claro y razonable para el funcionamiento de los servicios de transporte disponibles, tanto en el aspecto comercial de trenes, colectivos y micros, como para proteger a los pasajeros en asuntos referidos a sus derechos, descuentos en las tarifas, boletos, equipaje y asuntos afines.
Pues, falla.
Su presentación institucional reza «Controlamos el transporte terrestre en todo el país, para garantizar un transporte seguro y de calidad para los pasajeros».
La primera impresión que nos brinda la comisión es aceptable. Hasta buena, podría decirse: nos invita a observar permanentemente su cartelería instalada en unidades de transporte público, para que tengamos presente su famoso número donde realizar denuncias. Lo que pocos saben es lo corto que resulta ser el camino que puede recorrer el público detrás de esa llamada.
Lo venimos marcando desde la existencia de nuestro medio: la inconsistencia con la que se reciben las denuncias son directamente proporcionales a los resultados que obtienen los ciudadanos que se toman el trabajo de realizar la llamada (la mayoría de las veces muy costosas, dado que la urgencia por denunciar los hace comunicarse desde sus celulares, estableciendo llamadas que no se benefician con la supuesta gratuidad de los 0800).
Las enclenques explicaciones de los paupérrimamente preparados operadores de atención al público en le CNRT, sí consiguen dejar algunos puntos en claro al denunciante: en principio, no se comunicarán para formalizar una respuesta y menos aún asegurarle al denunciante un seguimiento del caso. Prueba de este desaguisado es que el representante de la comisión no ofrece a la persona que está reclamando, por un hecho o una circunstancia que la CNRT debería atender, un número de trámite por su denuncia.
Los temas por los que las personas llaman son variados, aunque el motivo más recurrente es el de los colectiveros que deciden pasar de largo una parada, dejando pasajeros varados, es decir, damnificados. Pero no es el único asunto que deja a los ciudadanos con la sensación clara de que recurrir a la Comisión Nacional de Regulación del Transporte no se parece en nada a pedirle a un amigo que nos dé una mano cuando tenemos un problema.
Pruebas de que estamos atentos a la acción de esta gente desde hace tiempo.
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