Ni chicha ni limonada. Los bondis vienen con gente parada y resulta que aún muchos tienen anulados los asientos delanteros, supuestamente para seguridad del conductor. En su mayoría siguen viajando y conduciendo el vehículo detrás de una cortina de polietileno.
Por un lado, no hay claridad en la actual posición de la ineficientísima CNRT, una vergonzosa y comprobada cueva de ñoquis desde hace muchos años. La maldita comisión está virtualmente controlada por los dueños de las empresas de colectivos. Por supuesto, es parte de las insoslayables pruebas de la estupidez de la «grieta» que divierte a tantos KIMA*, la lacra más destructiva de la Argentina en toda su historia.
La CNRT es una entidad claramente establecida para que los empresarios no tengan problema alguno cuando están en problemas. Los abogados de la comisión están fluidamente preparados para evitar que desde las dependencias correspondientes, se les aplique a las las empresas las verdaderas multas que deben pagar por las tropelías de las empresas de colectivos. Jamás un chófer es citado a enfrentarse con un usuario que tiene pruebas contundentes de haber cometido una infracción, un abuso en nombre de la empresa para la cual trabaja o del suyo propio u otro delito de cualquier índole.
La organización gremial de los colectiveros, la eterna UTA, participa de la presión sobre la inútil comisión para que cualquier anomalía en el ejercicio del transporte público se aseguren impunidad sus defendidos. Lo hacen a cambio de no facilitar a los usuarios ningún tipo de dato fehaciente que ponga a cualquier damnificado por una empresa de transporte, en el camino de un juicio o cualquier tipo de sanción empresaria.
El sindicato y las empresas actúan como manos sucias y la CNRT, como la cara. El perverso mecanismo actúa como dos manos que se lavan a sí mismas y cuando llegan a la cara están «limpitas» de cualquier acusación externa. CEAP, CATAP, CEADI y alguna que otra cámara empresaria más, discuten con la Unión Tranviario Automotor lo referido a condiciones de trabajo, sueldos, paritarias, vacaciones y aguinaldos pero jamás van a discutir si unos u otros son los culpables de los miles de inconvenientes que ambos les causan a los pasajeros.
Por ahora.

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* KIMA: Partidarios tanto del Kirchnerismo como del Macrismo, dedicados a hacer referencia de manera sistemática a sus diferencias ideológicas con el grupo que no comulga con ellos y a endilgarle al adversario alguna responsabilidad por cualquiera de los miles de problemas que tiene la Argentina.
Es gente que no ve que la mismísima grieta que lo divide políticamente de su adversario, lo une a él, esencialmente, en la soberbia, la ignorancia y la hipocresía.
A ambos les molesta mucho saberse parecidos.
Mientras la mayoría de los simpatizantes del macrismo son falsos liberales, la casi totalidad de los kirchneristas son falsos progresistas. Como de ambas mayorías es muy fácil comprobar que no tienen mucha idea de por qué razón política sus líderes protagonizan para la tribuna el antagonismo que demuestran, nos da como resultado que tales mayorías de ambos bandos, son, simplemente, falsos.
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