• Diario 5 -Buenos Aires, miércoles 21 de mayo de 2025

Cómo fue que este "invento" se haya convertido en la forma de obtener pequeñas reservas de vida en las grandes urbes.

Las ciudades están cada vez más pobladas y contaminadas. Sin embargo, plantar árboles en espacios urbanos ayuda a recuperar biodiversidad y crear hábitats naturales para el futuro.

En todo el mundo, desde Londres hasta Los Ángeles, se están plantando microbosques: pequeñas zonas de alta densidad de árboles nativos. Esta técnica se inspira en el método desarrollado en los años 70 por el botánico japonés Akira Miyawaki, que busca replicar ecosistemas naturales en espacios reducidos.

Los microbosques pueden instalarse en terrenos de apenas nueve metros cuadrados. Utilizan exclusivamente especies autóctonas y crecen hasta diez veces más rápido que los bosques tradicionales, alcanzando madurez inicial en apenas dos o tres décadas. Además, en solo tres a cinco años logran ser autosuficientes.

Estos bosques urbanos ofrecen múltiples beneficios: mejoran la calidad del suelo, el aire y el agua, reducen el impacto de lluvias intensas y ayudan a bajar la temperatura en las ciudades. Su tamaño compacto permite aprovechar espacios antes desaprovechados, como patios escolares o zonas cercanas a estaciones de metro.

La ONG Earthwatch Europe ha plantado 285 microbosques desde 2022, y la iniciativa SUGi lleva creados 230 en 52 ciudades. En pocos años, cada microbosque puede atraer a más de 500 especies de flora y fauna.

Además de su impacto ambiental, los microbosques fortalecen los vínculos humanos. Son lugares de encuentro, aprendizaje y bienestar. Está comprobado que el contacto con la naturaleza disminuye el estrés y mejora la salud mental. Plantar un microbosque no solo transforma el paisaje: también transforma a la comunidad que lo cuida.

Desde la filosofía del uso de microbosques, se recomienda, para la Educación de cada país, involucrar a niños y jóvenes en su creación. Aseguran que tenerlos informados los convertirá en una generación totalmente preparada para fortalecer la conexión humana con el medioambiente. En Europa hay 140 microbosques plantados en escuelas, beneficiando a casi 80.000 estudiantes.

La primera plantación porteña debe abrir el camino a varia más, dada la densidad poblacional de la Ciudad de Buenos Aires y la compleja distribución de espacios verdes, que beneficia a algunos barrioy pero deja relegados a muchos otros, especialmente en cercanías del casco histórico.

Akira Miyawaki

Akira Miyawaki (1928-2021) fue un botánico y ecólogo japonés que revolucionó la manera de restaurar ecosistemas degradados. Especializado en fitosociología —el estudio de las comunidades vegetales—, desarrolló un método de reforestación que prioriza el uso exclusivo de especies nativas, plantadas muy juntas para estimular su crecimiento acelerado y la formación de bosques autosuficientes. A lo largo de su carrera, Miyawaki impulsó la creación de más de 1.700 bosques en todo el mundo, desde Japón hasta América Latina.

Su método demostró que es posible recuperar la biodiversidad en espacios pequeños y en tiempos mucho más cortos que los que requiere la regeneración natural. Miyawaki creía que restaurar la vegetación local no solo protegía la naturaleza, sino que también fortalecía la relación de las comunidades humanas con su entorno. Su legado hoy inspira iniciativas urbanas en todos los continentes.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *