Los chorros corren, pero parece que no por mucho.
Cosa jodida. Seis sopres se tomaron el palo de la Alcaidía 6A de Caballito y ahora hay cuatro que siguen jugando al Dr. Kimble, el fugitivo. Mucha gente está que trina y la opo no pierde ni medio segundo en gritar que el gobierno de JM está «terminado». ¿En serio? Un poquito de calma, muchachos, que para el Apocalipsis faltan varias paradas. Sí, hubo una metida de pata -grande como una catedral- pero que nadie se confunda: la repartición está en la calle y en breve los vuelve a encapsular.
Lo que está claro es que las comisarías están hasta el techo de detenidos y cuando metés más tipos de los que entran, tarde o temprano algo se te va de las manos (y de las celdas). Ahora, eso no significa que se pueda mirar para otro lado. Acá se maniató a dos oficiales y una ristra de chorizos salió corriendo como si hubieran ganado el Loto. Para peor, parece que hasta un taxi los estaba esperando.
¿Coincidencia? De esas que no te creés ni aunque te las cuente tu vieja.
Por ahora, dos de los fugados ya volvieron a la jaula: Kevin Alexander Aguilar Zalazar y Brian Ezequiel Benavídez. Pero los otros cuatro siguen en rodaje y no son, precisamente, monaguillos. Ahí está Eduardo Miguel Ajalla Cabrera, un barrabrava de Atlanta acusado de liquidar a un financista de un tiro en el pecho. Después viene Axel Eduardo Ríos, Matías Ferrari y Adrián Emanuel Martín, todos con elegantes carpetas por causas por robo. La bandurria tendría que estar en un penal y no en una comisaría. Pero acá estamos, remando en dulce de leche.
Mientras tanto, los polis no paran. Hay un operativo que ya llegó hasta el conurbano y no se descarta que alguno de estos genios termine comiendo piso en cualquier momento. Porque ojo, podrán haber salido, pero que vuelven, vuelven. Y si alguno tenía la loca idea de que esto le iba a salir gratis, ya puede ensayar la cara de sorpresa cuando lo embolsen.
¿Hubo complicidad adentro? Eso es lo que se está investigando. Nadie quiere pensar que hubo algún ortiba dentro de la fuerza porque sería un puñal para los que se juegan la vida todos los días. Pero tampoco se puede hacer la vista gorda. Si hubo un perejil que dejó la puerta entreabierta, va a tener que rendir cuentas.
Está claro que el bardo está hecho pero no es Armageddon. Los antiyuta pueden gritar lo que quieran, que la Policía sigue laburando. Que los hampejos disfruten de su paseo porque, distracción mediante, stop jodita. Y cuando vuelvan a la jaula, aspiramos a que sea a un penal de posta, no a una comi con más huéspedes de los que puede soportar.
El que salió a intentar dejar más tirar claro el tablero es el ministro de Seguridad porteño, Waldo Wolff: «Esto no es una fuga, hasta que se compruebe lo contrario». Digamos que el gobierno sospecha que, en este pire de cacos, hubo más mano floja que en una kermés.
Sabuezos con experiencia señalan por dónde arranca el olor a podrido:
- Una de las canas que debía estar cuidando se fue -qué justo, che- a amamantar.
- Los pichones del hampa andaban de zapatillas cuando siempre usan ojotas.
- Hubo visitas cuando casi nunca hay.
- El taxi se quedó esperando media horita, como si fuera un Uber VIP para malandras.
¿Casualidad? Naaaah, Jájodé.
¿Wolff lo presenta sin pelos en la lengua para que la 6A pruebe de depurarse sola?: «Cuando hay negligencia o complicidad, no es fuga, porque alguien les permite salir». Traducido: hay tombas que, como mínimo, se mandaron una macana de novela. Y si la cosa se pone peor, capaz que alguno termina en el aún peor lado de la reja.
Las cámaras de seguridad cantaron todo: los cuatro prófugos cruzaron Puente Alsina y entraron en Lanús. Ahora la Policía de la Ciudad le pidió una mano a los bonaerenses para cazarlos antes de que se esfumen del mapa.
Y Wolff aprovechó para pegarle un palito a Nación: «El año pasado tuvimos 35% más de detenidos y no hay dónde ponerlos en la Ciudad. A las fuerzas políticas que chicanean: los presos son de Nación». O sea que, si andan sueltos, la pelota no está solo en su cancha.
En fin, la yuta sigue buscando a los cuatro forajidos, el taxi ya está en la mira y en la Alcaidía de Caballito más de uno ya transpira la gota gorda. A ver si la próxima cuidan mejor la puerta, muchachos…
Y llega Captura y Revelación