¡Ahora resulta que algunos comienzan a entender que una Taser no es una tarta M60!
A ver, los iluminados del teclado, ¿se acuerdan cuando chillaban porque la yuta iba a andar electrocutando gente como si fuera Darth Vader? Bueno, les cuento: las Taser no sólo funcaron, sino que terminaron salvando vidas. Y ahora esos mismos que se floreaban en modo activista de cafecito se callan la boca o, peor aún, siguen llorando.
Porque claro, si la poli saca el fierro y se defiende, «es una barbaridad». Pero si no hace nada, «¿dónde está la policía?». Y cuando le dan una herramienta intermedia, como las Taser, que sirven para neutralizar sin boletear a nadie, tampoco les gusta. Decisión, cumpas, que la hipocresía les chorrea.
El yeite es que la Poli de la Ciudad viene laburando con estas armas de baja letalidad y los resultados pintan clarísimos. La Taser inmoviliza al peligroso de turno sin poner en riesgo al resto. ¿Ejemplos? De sobra. Como la loquita en Ciudad Oculta que quería mandar al otro barrio al hijo y a la pareja con un cuchillo. La policía usó la Taser, la frenó en seco y, gracias a eso, el pibe pudo ser atendido en el hospital. ¿Qué querían, que esperaran a que los matara primero?
Encima, cada vez que un agente desenfunda la Taser, se activa una cámara que manda la señal en vivo al Centro de Monitoreo. No hay chamuyo posible: todo queda registrado, sin margen para la saraza. Las Byrna son otras pistolas BL. También sirven para frenar a los infumables de turno sin armar bolonquis mayores. Pero seguro que en unos meses aparece otro gurú a decir que tampoco hay que usarlas.
Así que, mis amigos champions de la moral selectiva, ahí lo tienen: las Taser no sólo son efectivas de posta, sino que evitaron tragedias. Y la próxima vez que craneen cuestionarlas, acuérdense de que sin estas «malvadas» armas de baja letalidad, habría más víctimas y menos delincuentes neutralizados.
Ahora ¿qué onda este bardo?