Problemas persistentes en el servicio de colectivos: la experiencia del pasajero
Diario 5 insiste en un tema que se ha convertido en su bandera de identificación: mejorar los servicios de transporte público como parte fundamental de la calidad de vida de la población. Clara Martínez fue tan contundente en su columna del 3 de diciembre, que entendimos cuánto vale la pena recordar los agujeros negros y sin solución que no dejan de bajarle puntos a nuestra experiencia de viajar.
El transporte público es un sistema diseñado para facilitar la movilidad de todos los ciudadanos. Pero ciertos problemas recurrentes en el servicio de colectivos parecen estar lejos de resolverse. Algunos de estos inconvenientes son especialmente frustrantes, tanto por su impacto en los usuarios como por la falta de soluciones claras por parte de las autoridades.
Uno de los problemas más indignantes es la negativa de algunos conductores a detenerse en las paradas correspondientes, dejando a los pasajeros en la vereda sin ninguna explicación. Si bien algunos argumentan estar «retrasados», esa no es una excusa válida. Los usuarios no deberían pagar las consecuencias de problemas de gestión o planificación. Esta conducta, además de ser irrespetuosa, roza lo criminal cuando afecta a personas vulnerables que necesitan viajar. En el pasado, la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT), encargada de recibir denuncias, no sólo se mostró ineficaz para sancionar a empresas y choferes, sino que en ocasiones sus operadores respondieron de forma burlesca a los reclamos, una actitud inadmisible frente a problemas tan serios.
Cuando un colectivo está detenido por un semáforo, es inconcebible que el chofer no abra la puerta para permitir el ascenso de un pasajero que lo necesita, especialmente si esta persona tiene dificultades evidentes, como edad avanzada, problemas de movilidad o carga de objetos pesados. No sólo debería permitirse esta acción, sino que debería ser obligatoria en casos justificados. La falta de empatía y flexibilidad en estas situaciones resulta una barrera innecesaria para los usuarios.
La visibilidad de las paradas es otro tema crítico. Muchos indicadores actuales son pequeños, confusos o están mal ubicados, dificultando que los pasajeros los identifiquen, especialmente en zonas de baja iluminación o con alta densidad vehicular. El Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires (GCBA) debería invertir en postes y señalización adecuada para todas las paradas, no sólo para las ubicadas en el Metrobus, avenidas principales o zonas de alta circulación. La equidad en la calidad del servicio es esencial para todos los vecinos, sin importar en qué barrio se encuentren.
El acceso a los colectivos sigue siendo un desafío para muchas personas mayores o con movilidad reducida. Las plataformas elevadas prometidas para las paradas brillan por su ausencia, dejando a quienes necesitan un apoyo adicional con la tarea titánica de subir a vehículos cuyo piso está a más de 80 cm del suelo. La falta de infraestructura accesible en un servicio público tan básico es un reflejo de prioridades mal asignadas.
Otros problemas detectados
Frecuencias irregulares: Los tiempos de espera pueden ser excesivos en ciertas líneas, afectando la rutina diaria de los usuarios.
Estado de las unidades: En muchos casos, los colectivos presentan deterioros visibles que comprometen la comodidad y la seguridad de los pasajeros.
Cortes de servicio sin aviso: Algunas líneas dejan de operar sin previo aviso, especialmente en horarios nocturnos, lo que genera inconvenientes y riesgos para los pasajeros.
Todos sabemos que aún falta mucho para que el transporte público sea verdaderamente eficiente, accesible y digno. Las autoridades y las empresas deben priorizar soluciones reales. Cunde el pánico cuando Ni que hablar de que es necesario que esas soluciones deben provenir de la creatividad de quienes tienen poder (what?). Encima hablamos de gente a la que resulta demasiado difícil dejar de lado la tentación de presentar promesas vacías. Cualquier chico de escuela primaria puede enseñarles a los responsables de la vida sobre ruedas en el AMBA y en la Argentina toda que los usuarios merecen respeto y un servicio que esté a la altura de sus necesidades cotidianas.