• Diario 5 -Buenos Aires, viernes 11 de octubre de 2024

Diario 5 vuelve a levantar las bandera de la calidad de vida a través de del cuidado al detalle de cómo los ciudadanos reciben el servicio del transporte público, más en un momento en que se encuentra en su costo histórico más alto.

El absurdo de las paradas de colectivo: cuando la norma se convierte en una traba absurda y caprichosa contra el sentido común, la solidaridad y la convivencia civil.

En la mayoría de los casos, los choferes de colectivo no abren la puerta para dejar subir a pasajeros que no están exactamente en la parada, incluso si están a solo unos metros de distancia. Puede que la ley lo diga pero estamos aquí para decir que tenemos algunas leyes para idiotas y la de las paradas de colectivos es una de ellas. Es una reglamentación oficializada por nuestras instituciones políticas con toda la legalidad pero impulsada por las empresas y respaldada por las pólizas de seguro.

Sin embargo, esta política tiene un impacto desproporcionado en personas vulnerables, como ancianos, personas con discapacidades y aquellos que viajan con paquetes pesados. Es inaceptable que se priorice la norma sobre la solidaridad y el sentido común.

La excusa de que el seguro no cubriría un incidente si el colectivo se detiene fuera de la parada no es válida. Es hora de cambiar el mecanismo de las pólizas para beneficiar al pasajero.

El sistema de transporte en el AMBA es deficiente y refleja la aceptación social de esta situación. Los choferes de colectivo, en su mayoría, no muestran empatía ni compasión hacia los pasajeros que necesitan ayuda.

Es hora de replantear la normativa sobre paradas de colectivo y priorizar la solidaridad y el sentido común. La Legislatura porteña debe abordar este tema con urgencia y encontrar soluciones que beneficien a los pasajeros, especialmente a los más vulnerables.

La falta de empatía y un cierto abuso de poder al volante propio de patanes

Es inaceptable que sean tantos los choferes de colectivo que se sienten empoderados para dejar a pasajeros sin viajar, especialmente cuando saben que el próximo colectivo tardará en llegar. Esto no solo es una falta de solidaridad, sino que, en decenas de casos, también es una provocación.

La obsesión por cumplir con la norma de paradas exactas lleva a situaciones peligrosas, como abrir las puertas en medio de la calle o bajo la lluvia, mientras que se niegan a abrir en situaciones más seguras, como cuando el colectivo está detenido en un semáforo.

Es hora de replantear el sistema de transporte y priorizar la seguridad y el bienestar de los pasajeros. Los choferes deben ser conscientes de su responsabilidad y tratar a los pasajeros con respeto y empatía.

La sociedad también debe cuestionar su aceptación de este sistema y exigir cambios que beneficien a todos. No se trata solo de cambiar la normativa, sino también de cambiar la mentalidad y el comportamiento de los choferes y de la sociedad en general.

Cuando los más jugados e hijos de puta de todos, es decir, los ladrones que también están dispuestos a asesinar, dejan una saldo luctuoso en una terminal o cabecera, vamos todos a solidarizarnos con los compañeros y la familia del colectivero muerto. Pero para que la solidaridad sostenible te la muestren ellos, no hay muerto ni vivo ajeno que los sensibilice.

La normativa debe surgir de las consultas entre el sindicato de colectiveros (Unión Tranviario Automotor), los ministerios de transporte de orden nacional y provinciales, las empresas de transporte, los legisladores de cada distrito y el sector más importante: un grupo heterogéneo de unas 300 personas aproximadamente, todas con una condición en común: su necesidad indefectible de uso del transporte público por no poseer vehículo propio. La ley sale perfectita.

 

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