10 de diciembre.
Jornada cargada de simbolismo en la Argentina.
Nadie duda que lo sentimos como muy nuestro como sociedad pero – a su vez- convergen distintos aniversarios que reflejan la historia política y social del país. Desde el regreso de la democracia en 1983 hasta la asunción de nuevos gobiernos, la fecha es una suerte de síntesis de nuestra vida institucional moderna.
El 10 de diciembre de 1983 es, sin dudas, la fecha más emblemática. Ese día, Raúl Alfonsín asumió la presidencia y con él, la Argentina dejó atrás los años más oscuros de su historia moderna: la última dictadura militar 1976-1983. La vuelta a la democracia no fue simplemente un cambio de mando, sino una recuperación del orden constitucional, la libertad de expresión y los derechos humanos.
Alfonsín encarnó el espíritu de un país que renacía tras el horror de la represión y el terrorismo de Estado, dando inicio a una nueva etapa marcada por el juicio a las Juntas Militares y la restauración de las instituciones democráticas. Desde entonces, el 10 de diciembre simboliza el triunfo de la democracia sobre el autoritarismo, un hito que la sociedad argentina celebra y recuerda con orgullo.
A partir de la reforma constitucional de 1994, que estableció la reducción del mandato presidencial a cuatro años y su inicio en diciembre, el 10 de diciembre pasó a ser la fecha oficial de traspaso de mando. Esto ha convertido al día en un momento clave del calendario político argentino, donde los poderes Ejecutivo y Legislativo renuevan autoridades, dando inicio a nuevos ciclos de gobierno.
La coincidencia no es casual: se eligió esta fecha para resaltar la importancia del regreso de la democracia y, a su vez, consolidar la continuidad institucional del país. Desde 1983 -salvo por las situaciones forzadas de Menem en 1989 y Kirchner en 2003, los presidentes electos fueron asumiendo su cargo un 10 de diciembre, con ceremonias que simbolizan el respeto por el voto popular y la voluntad ciudadana.
A nivel global, el 10 de diciembre también es el Día Internacional de los Derechos Humanos, establecido en 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas para conmemorar la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En Argentina, este día adquiere un peso particular: el país ha sido protagonista de uno de los procesos más significativos en materia de memoria, verdad y justicia, con un fuerte compromiso en la lucha por los derechos humanos tras la última dictadura.
Muchas voces repiten que el 10 de diciembre es mucho más que una fecha en el calendario argentino. Incluso se juegan a considerar que es un símbolo de lo que somos y de lo que aspiramos ser como nación. Más allá de lo discutible de la afirmación, es cierto que la fecha puede representar la memoria de un país que dejó atrás tras tiempos oscuros y decidió su continuidad democrática y su apoyo al sostén de los derechos humanos.
La democracia no fue un regalo sino una conquista que requirió del esfuerzo y el compromiso de todos para ser preservada. Y, aunque los problemas actuales puedan empañar la mirada, el 10 de diciembre nos ofrece una pausa para reafirmar la esperanza en un futuro donde los valores democráticos, la justicia y la igualdad sean el verdadero legado para las próximas generaciones.
1983 – Raúl Alfonsín
Tras las elecciones del 30 de octubre de 1983, que marcaron el fin de la última dictadura militar, Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical (UCR), asumió la presidencia. Su gobierno tuvo el desafío de reconstruir las instituciones democráticas y enfrentar la herencia de la represión y la crisis económica. El Juicio a las Juntas Militares fue su mayor legado en materia de derechos humanos, aunque las tensiones con sectores militares y la hiperinflación marcaron su gestión, que concluyó en 1989, cinco meses antes de lo previsto.
1989 – Carlos Menem
El 10 de diciembre de 1989, Carlos Menem, del Partido Justicialista, ya llevaba cinco meses en el poder. Había anticipado su asunción en julio de ese año debido a la renuncia de Alfonsín. Su década en el poder estuvo marcada por las reformas neoliberales, la privatización de empresas estatales y la convertibilidad del peso con el dólar.
Menem fue reelecto en 1995 tras la reforma constitucional de 1994, pero en su segundo mandato crecieron el desempleo y la desigualdad, lo que preparó el terreno para la crisis que estallaría años más tarde.
1999 – Fernando de la Rúa
El 10 de diciembre de 1999, el radical Fernando de la Rúa asumió la presidencia como líder de la Alianza (una coalición entre la UCR y el Frepaso). Su mandato intentó lidiar con el lastre económico de la convertibilidad, pero las políticas de ajuste fiscal y la recesión generaron una fuerte crisis social. La falta de respuesta política ante la presión de los sectores más vulnerables y el estallido de diciembre de 2001 obligaron a su renuncia anticipada.
El 10 de diciembre de 2001, en medio de una profunda crisis institucional, económica y social, la presidencia quedó en manos del senador Ramón Puerta de manera interina, tras la renuncia de De la Rúa el 20 de diciembre. Durante las semanas siguientes, el poder se trasladó entre distintos mandatarios hasta que en enero de 2002, Eduardo Duhalde, del PJ, asumió la presidencia por decisión del Congreso.
2003 – Néstor Kirchner
El 10 de diciembre de 2003 marcó un cambio de época. Néstor Kirchner, del PJ, asumió la presidencia con solo el 22% de los votos, en el contexto de una Argentina devastada por la crisis de 2001. Su gobierno impulsó un crecimiento económico sostenido, políticas de inclusión social y la reestructuración de la deuda externa. La recuperación de los juicios por crímenes de lesa humanidad también fue una de las principales banderas de su gestión.
Kirchner entregó el mando en 2007, consolidando un nuevo espacio político: el kirchnerismo.
2007 – Cristina Fernández de Kirchner
El 10 de diciembre de 2007, Cristina Fernández de Kirchner asumió como la primera mujer electa presidenta en Argentina, sucediendo a su esposo, Néstor Kirchner. Su primer mandato continuó con el crecimiento económico, pero también comenzó a evidenciar tensiones políticas y sociales, como el conflicto con el campo en 2008.
En 2011 fue reelegida con un 54% de los votos, en uno de los triunfos más contundentes desde el retorno a la democracia. Sin embargo, la inflación, las restricciones cambiarias y la polarización marcaron su segundo mandato, que finalizó en 2015.
2015 – Mauricio Macri
El 10 de diciembre de 2015, Mauricio Macri, líder de la coalición Cambiemos, asumió la presidencia tras derrotar al candidato oficialista, Daniel Scioli. Macri llegó al poder con la promesa de modernizar la economía y reducir la inflación, pero su gobierno enfrentó dificultades crecientes: endeudamiento externo, aumento de la pobreza y recesión económica.
Macri no logró la reelección en 2019, pero su llegada al poder marcó la primera alternancia entre el peronismo y una fuerza opositora desde 1983.
2019 – Alberto Fernández
El 10 de diciembre de 2019, Alberto Fernández, del Frente de Todos, asumió la presidencia acompañado por Cristina Fernández de Kirchner como vicepresidenta. Su gobierno debió lidiar con desafíos extraordinarios, como la pandemia de COVID-19, que agravó la crisis económica heredada.
La inflación, la deuda externa y las tensiones internas dentro de la coalición oficialista marcaron su gestión. Fernández decidió no competir por la reelección en 2023.
2023 – Javier Milei
El 10 de diciembre de 2023, Javier Milei, líder de La Libertad Avanza, asumió como presidente tras ganar las elecciones en un balotaje contra Sergio Massa. Con un discurso de corte libertario y promesas de ajuste fiscal y liberalización de la economía, Milei llegó al poder en un contexto de alta inflación y descontento social.
En estos 41 años ininterrumpidos de democracia, la Argentina ha visto pasar distintos proyectos políticos, ideologías y estilos de gobierno. Desde el regreso de la democracia con Raúl Alfonsín hasta la actualidad con Javier Milei, cada 10 de diciembre representa el inicio de un nuevo ciclo, un día que simboliza no solo la alternancia en el poder, sino también la voluntad del pueblo expresada en las urnas. Podría considerarse que cada gobierno asumió en contextos diferentes.
Todos presentaron expectativas de transformación. A casi todos se les demandaron, en medio de sucesivas crisis, soluciones urgentes. A pesar de la insoslayable decadencia, la democracia en la Argentina sigue siendo el pilar fundamental para la solución de los problemas del país, que fue defendido con el paso del tiempo y -se presume- así seguirá siendo.