¿Hay un «marketing bueno» y uno «malo»? ¿Es como el colesterol? ¿Como los Feinmann*?
El marketing, cuando lo dirigen eficazmente las autoridades, puede resolver problemas y dificultades de las personas sin tener que estar mirando de reojo y con prejuicios que siempre se trata de una herramienta exclusivamente aplicada para ganar dinero por encima de los niveles aceptables
Las campañas de marketing pueden crear conciencia sobre cuestiones críticas como la salud pública, la seguridad y los problemas sociales. la sensibilización que despiertan las campañas sobre los peligros de fumar, la importancia de las vacunas o la necesidad de seguridad vial pueden impactar significativamente el comportamiento público y reducir los problemas relacionados.
Respecto de las campañas educativas, si los gobiernos utilizan el marketing para educar al público sobre temas que se convierten en necesarios para conocer, proporcionando información y recursos, hablamos de un operativo valioso. Se puede abarcar desde programas de educación financiera hasta esfuerzos de conservación ambiental, ayudando a la población a tomar decisiones informadas y adoptar prácticas beneficiosas.
Es probable que por prejuicio político algunas campañas sean consideradas creíbles sólo para algunos y falaces para otros. Distinto es cuando quedan en manos de organizaciones no gubernamentales con un prestigio con reconocimiento generalizado. Casi siempre se trata de servicios y programas que pueden ayudar a personas en temas como atención médica, asistencia jurídica y servicios sociales. Aquí comenzamos a aceptar que un marketing eficaz garantiza difusión eficiente de servicios y que todos sepan cómo acceder a ellos.
¿Son eficaces los impulsos «marketineros» que apuntan a un cambio de comportamiento en la sociedad? No hay una respuesta taxativa en estos experimento. En algunas sociedades se pueden utilizar estrategias de marketing para fomentar cambios de comportamiento positivos. Si utilizamos como ejemplo las campañas que promueven una alimentación saludable, el ejercicio o la conservación de energía , se puede observar que donde hay mayores nivele de educación, todo mensaje de superación es bien aceptado y puede conducir tanto a mejores resultados de salud, a una reducción del impacto ambiental o a cualquier beneficio que una nación persiga.
Ocurre que -bien tratado- el marketing podría fomentar cualquier compromiso comunitario y participación en iniciativas que se vean como evidentes proyecciones hacia algo deseado por, al menos, la mayoría. Se puede obtener éxito en la promoción de eventos comunitarios, oportunidades de voluntariado y consultas públicas. Incluso, con buenas intenciones en la cadena de mensajes, las autoridades pueden fortalecer los vínculos comunitarios. Cualquier método es bueno si se consigue empoderar a las personas para que contribuyan a resolver los problemas de un país.
Pasemos a las circunstancias difíciles que puede vivir una sociedad: durante las etapas de consecuencias de desastres naturales, pandemias o crisis económicas, el marketing, aplicado con honestidad y profesionalismo, puede difundir información crucial de forma rápida y eficaz en cuanto a procedimientos de emergencia o servicios de apoyo para ayudar a la población.
Como en los usos comerciales, el marketing no se refiere sólo a enviar mensajes. También se trata de escuchar. Gobiernos pueden utilizar herramientas de marketing para recopilar comentarios del público sobre diversos temas, ayudando a identificar problemas y perfeccionar soluciones basadas en necesidades y preferencias reales. Se puede promove el turismo y la inversión locales, apuntando al crecimiento económico y la creación de empleo. Un principio básico del márketing es resaltar las fortalezas y hacer ver las oportunidades. Ese objetivo vale tanto para una empresa como para una comunidad completa.
El 27 de mayo se celebra el día del Marketing en honor al que se reconoce como el padre del Marketing Philip Kotler, que nació el 29 de mayo de 1931 y es el quien explica que Marketing es un proceso tanto administrativo como social.
*Estupidez popular en la que se repetía que entre el escritor y filósofo José Pablo y el periodista Eduardo, ambos con el apellido referido, uno era «el bueno» y el otro «el malo», sólo tomando en cuenta las filiaciones ideológicas de ambos, aparte de un parentesco que los vinculaba. No avalamos ni avalaremos ese tipo de estigmatizaciones apenas basadas en apariencias presentadas por las personalidades notables, afamadas y -como en estos dos casos- detentoras de éxito en sus actividades.