Centenares de medios de comunicación hablan de un Nuevo País.
Hablamos de un nuevo gobierno con planes que se perciben fuertes. Pero son muchos los detalle para tal plan.
Aunque a la gran mayoría le dé pánico recordar la crisis que se inició en el país en 2016 con la política de cambios graduales implementados por Mauricio Macri y que derivaron en la implosión de la economía en 2019, hoy hay analistas que se inclinan por vaticinar un nuevo baño de gradualismo, aunque con posibles efectos diferentes al del gobierno de Macri.
Por entonces, la búsqueda de arribar a algún horizonte posible de certezas financieras frente al endeudamiento, la exagerada demostración de supuesta eficiencia en la limpieza del INDEC y cierta falta de estrategia comunicacional sobre el diagnóstico general de la economía (el heredado, primero y el de su propia gestión, después) desdibujaron el rumbo de ese gobierno, que terminó señalado como «Kirchnerismo de buenos modales» o «neoperonismo», es decir, una gestión que busca -a su manera- financiamiento permanentemente para aguantar los sucesivos períodos críticos.
¿Se presenta el flamante gobierno como una herramienta para cortar ese derrotero?
Sí.
¿Lo lograría con una política de reforma económica de shock sin grandes costos sociales?
No. Todo indicaría que es algo difícil.
¿Le resultaría menos complicado que a Mauricio Macri?
Sí, porque la línea de compromisos políticos de Javier Milei tiene aún muchos casilleros vacíos y parecería que su equipo de trabajo busca llenar esos lugares con nuevos directamente con alianzas políticas dispuestos a apoyar con energía al 100% los primeros pasos de un plan de estabilización económica que llevará, como mínimo 17 meses, incluída una buena cosecha de granos para 2025.