• Diario 5 -Buenos Aires, martes 25 de marzo de 2025

¿Juicio a Milanesi y Guarino?

ByMarcelo Zanotti

Ene 7, 2023

La sorprendente y aún creciente dimensión del crimen de Fernando Baez Sosa no puede dejar lugar a la aceptación de que dos de los miembros de ese grupo de asesinos conformado por diez trogloditas descerebrados, amantes de un deporte que no saben jugar, el rugby, sigan erróneamente sobreseídos.

Alejo Milanesi y Juan Pablo Guarino se encuentran en libertad porque en la instrucción no se encontraron pruebas de sus presencias en la puerta del boliche de Villa Gesell, donde se produjo el macabro linchamiento. En ámbitos deñ derecho se alzan voces que sugieren que estos jóvenes consiguieron este beneficio de oro, más por el rápido y creíble relato de los padres de uno de ellos que sólo repitió «mi hijo no hizo nada», que por la existencia de pruebas con certeza absoluta de sus ausencias en la escena del crimen. Lejos de hacerlos ingresar en el juicio que en estos momentos se lleva adelante en la ciudad de Dolores, estos dos integrantes del asqueroso clan, fueron beneficiarios de un temprano y sobreseimiento que, por lo que se estima piensa el tribunal, por ahora distaría de ser revocado.

En el criterio que se aplica para mantener inculpados a los integrantes del grupo de pateadores de cabeza a quienes, supuestamente, no golpearon a Fernando pero hicieron algo que terminó derivando en alguno de los factores de su violentísima muerte, todo indica que Milanesi y Guarino no cargan con absolutamente ninguna responsabilidad. Ocurre que, al haber tantas certezas sobre los ocho imputados, resulta difícil dejar afuera de toda acusación a dos integrantes de una manada del crimen, aunque no hayan pegado como algunos, aunque no hayan arengado con consignas seudonazis como las que se escucharon, aunque no se hayan interpuesto para evitar que terceras personas intentaran defender a Báez Sosa, hay en el ámbito jurídico quienes entienden que estos zarateñitos le deben a la justicia una convincente cobertura a los siguientes vacíos:

1.- Irse a continuar la noche, sin más ni más, con un grupo de criminales que acababan de matar cobardemente a una persona a patadas mientras estaba tirado en el suelo sin poder defenderse.

2.- No llamar a sus familias a tiempo ni tomar la decisión de abandonar la casa en la que vivían todos juntos para pasar las hermosas vacaciones que ellos habían planeado tener. La calificación de «hermosas vacaciones» viene al caso, entendiendo que para ellos, durante aproximadamente seis horas, es decir, hasta el momento de la detención, las cosas no habían cambiado demasiado.

La alevosía con la que actuó el grupo deja abierta una inmensa duda acerca de por qué el juzgado determinó que dos integrantes de semejante pelotón de verdugos no sean considerados, como mínimo, partícipes necesarios.

Si el abogado Tomei pudo decir, con un cinismo de acero, que Fernando terminó muriendo a causa del RCP practicado por una persona que -solidariamente- se lanzó a intentar hacerlo reaccionar, quiere decir que los magistrados en este juicio permitieron que los pequeños detalles de posible «inacción», cuentan. No hay que dar demasiadas vueltas para deducir, entonces, que -ante semejante resultado perpretado por su grupo íntimo de amigotes- las inacciones de Guarino y Milanesi, al ir a comer, a caminar, a dormir y a seguir conviviendo con los criminales, resultan tan conmocionantes como los golpes de Thomsen.

Se escucha con cada vez mayor énfasis que resulta necesario realizar un segundo juicio para que Alejo Milanesi y Juan Pablo Guarino sean juzgados para que su sobreseimiento sea tan «firme» como se suele exigir lo sea una sentencia -por ejemplo- por corrupción.

El motivo complementario que sobrevuela los habituales puntos de encuentro vacacionales de los abogados durante el mes de enero, es que el caso es demasiado grande como para asegurar libertades en etapa de instrucción. ya que abogados que asesoran a la querella sospechan con suficiente contundencia que podrían ser culpables de un encubrimiento equivalente al que se le atribuyó a Carlos Carrascosa por el crimen de su esposa María Marta García Belsunce en 2002 y que lo depositó en la cárcel por más de siete años.

¿Juicio a Milanesi y Guarino?

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