Esquina de Sarandí y Carlos Calvo. Habitualmente ya es complicado que los peatones crucen con normalidad, dada la nula educación reinante entre los automovilistas, especialmente con referencia a la obligatoriedad de detenerse en las esquinas en las que no hay semáforo.
El cartel de “Cruce Peligroso” estaba visiblemente cercano al de “Pare”.
Ya no.
Un dañino, tan asquerosamente indolente y dañinos tan asquerosa mente indolente como sus beneficiados amigos, los que manejan sin importarles un pito de los demás, quienes encontraron en el forzudo que satisfizo sus músculos arrancando el poste, un socio ideal y sin costos.
Ver esta imagen y comprender su efecto, podría ser una buena oportunidad para comenzar a trabajar en una definitiva campaña que termine de una vez y para siempre con la delictiva costumbre de cruzar las bocacalles sin tomar en cuenta que, en la medida en que haya personas esperando para cruzar la calle, deben detenerse. A lo mejor no está claro: deben detenerse. Una vez más: deben detenerse.
Deben detenerse. Si no, deben ser detenidos.
Nadie está tomando en cuenta que no respetar la prioridad de cruce del peatón podría llegar a encender cierta o total violencia en éste. Por ejemplo, tener a mano algún elemento punzante útil para rayar el vehículo del desconsiderado. O, quizás, algún aerosol con pintura cuyo disparador se pulse al paso del rodado del delincuente impune.
Nadie lo toma en cuenta.
Por ahora.
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