Llevamos muchos años marcando la falta de criterio para la distribución de paradas de colectivos en Buenos Aires. Y, para ser justos, no sólo en la Ciudad, sino en toda el AMBA. Y podemos asumir que somos los pioneros y creadores del concepto de que la desorganización en el transporte público es una penosa e irrefutable prueba de una merma en la calidad de vida del habitante urbano.
Estamos en condiciones de recordar una importante cantidad de oportunidades en las que resaltamos diversos aspectos de la misma necesidad: los funcionario y las autoridades de las áreas de los gobiernos nacional, provinciales, del gobierno autónomo porteño y de todos los municipio que tengan injerencia en la manera en que viaja loa población, debe cumplir un mínimo de 18 viajes mensuales en transporte público. De lo contrario, hay pruebas irrefutables de que no hay posibilidad alguna de que esté capacitado en 100% para ejercer ninguno de esos cargos.
Los diversos distritos federales a través de leyes clara y la mismísima Constitución Nacional deberían perfilarse para impedir que el presidente de la Nación, los gobernadores, el jefe de Gobierno porteños y los intendentes municipales puedan nombrar en ministerios, secretarías y direcciones generales que cumplan roles administrativos referidos al transporte automotor, incluida la CNRT y sus homólogas distritales, a personas que, para moverse por las calles, sólo apelen al vínculo entre la butaca de un automóvil y su culo.
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