La Asociación Civil Luchemos por la Vida, histórica institución dedicada a la concientización de la sociedad para el cumplimiento generalizado e indiscriminado de las normas de tránsito, ubica a la Ciudad de Buenos Aires en un nada fácil de juzgar puesto del ranking nacional de muertos por accidente.
Lo complejo refiere a que mientras que en 2015, la Provincia de Buenos Aires encabezó una triste lista con 2.322 muertos del total de 7.472 a nivel país, dentro de los límites de la Ciudad se registraron 122. El número podrá parecer poco significativo de no ser que está muy en claro que se trata de la urbe más provista de semáforos, mayores controles técnicos vehiculares y el más alto número de efectivos de seguridad al servicio del tránsito.
Los bajísimos niveles de educación vial de la Argentina tienen en la Ciudad de Buenos Aires su escenario más enérgico, ya no por la cantidad de muertos, sino por la variedad de incumplimientos a las normas en general. A propósito del trabajo de Luchemos por la Vida, en sus actuales campañas, referidas a los cuidados que deben tener los peatones en la vía pública, se incluye una recomendación que bien expresa «cruzá por las esquinas… allí, todos los vehículos deben darte prioridad».
Parece algo difícil de creer pero esa prioridad es, claramente, desconocida por una abrumadora mayoría de los automovilistas. A quienquiera que lo vea como en una película o desde alguna ventana para asomarse a una realidad paralela, verá que cuando en una esquina no hay semáforo, el promedio de automovilistas que toman, motu propio, la decisión de ceder el paso a un peaton oscila entre 1 en 19 y 1 en 25, mientras que se puede encontrar que 1 de cada 11 conductores dan el paso a peatones por el solo hecho de que debieron detener la marcha en una esquina por efecto del paso de vehículos por la calle que cruza la de su propia circulación (en otras palabras, «simulan» haber detenido su marcha por dar la prioridad que le corresponde al peatón, pero en realidad pararon por los vehículos que están pasando delante de él).
La esquina de Sarandí y Carlos Calvo es una muestra clara de esta teoría demostrabñe en centenares de esquina porteñas. Sin embargo, la mencionada goza de vericuetos especiales: centenares de conductores por día, tras salir de la AU 25 en Mayo en la bajada «Entre Ríos», pasan por la mencionada esquina. El efecto de haber estado, hasta hace apenas segundos, circulando a más de 100 km por hora e inmediatamente tener que someterse a las normas «estándar» de la circulación urbana no perece ser una adaptación que todas las personas consigan en la inmediatez que exige la circunstancia. El resultado, aparte de la despreciable actitud que termina demostrando tener un automovilista que ni se da por enterado de que a su lado hay un peatón, es el de acelerar peligrosamente en calles, como si se tratara de arterias que habilitan velocidades mayores.
Expertos confirmaron que los casos de la introducción, en tres oportunidades, de automóviles dentro de la heladería de la Av. San Juan y Alberti, se debe, exactamente a ese motivo: tardía reacción del sistema nervioso para comprender que se ha pasado del área de autopista a la urbana.
Es imprescindible que los medios de comunicación apoyen y difundan el trabajo de Luchemos por la Vida y de todas las instituciones de bien público dedicadas al cuidado de los ciudadanos, tanto por las campañas de prevención de accidentes viales como de cualquier otro incidente por el que sea necesario actuar y educar a la población para preservar la vida.