Escribe Florencia Ibáñez
El paisaje va cambiando y el vestido habitual de los árboles lo hallamos hoy desparramado, casi perfectamente desordenado, sobre el suelo. La brisa fresca del otoño tomó por sorpresa, al porteño quien, habiéndose acostumbrado al prolongado verano (ocurre desde el ’84), tuvo que soportar el descenso de la temperatura con una amplitud de 28 grados de máxima a 2 grados de mínima, en menos de 48 horas. Resfríos, tos, estornudos, antigripales, pulóveres y sobretodos, café, té, tostadas, etc., pueden ser conjugados en una sola palabra: fría. Hoy trataremos de avanzar sobre esta realidad, la que se nos presenta al salir de casa o la oficina; dejando atrás proyectos y negocios, problemas y entrevistas porque a nuestro cuerpo lo espera el frío de la ciudad. En febrero publicamos la última nota referente a la alimentación bajo la consigna «Salud es libertad», en esta oportunidad y siempre bajo la misma consigna, colaboraremos con su salud aportándole conocimientos importantes para su «nutrición». En los tiempos invernales uno siente la necesidad de ingerir alimentos. Una fruta fresca es muchas veces desplazada por un tentador chocolate que a esta altura están a la orden del día. El agua fresca y los jugos naturales son reemplazados por litros de café o té calientes. El consumo excesivo de café (más de seis pasillos diarios) crea problemas en la salud. La cafeína irrita la mucosa que reviste las paredes internas del estómago. En esta época suelen ingerirse macarrones porque son calóricos pero no tienen suficientes vitaminas. Es importante saber entonces que no basta consumir sustancias que nos den calorías abundantes, sino también (y para evitar diversos virus que llegan con el frío) vitaminas y proteínas, como así sales minerales. Y como fuentes de energía corporal debemos incorporar las grasas y los hidratos de carbono. Así como se quema carbón para accionar una máquina, el cuerpo «quema» alimentos. La cantidad de calor producida cuando el alimento es descompuesto y digerido por el cuerpo, se mide en las unidades de energía llamadas calorías. En el estado mayor de reposo, las exigencias de un hombre medio son algo inferiores a las 1200 calorías diarias. Para realizar las tareas cotidianas esa misma persona necesitará cerca de 2900 calorías. El excedente de calorías que el cuerpo no es capaz de consumir es transformado en grasas y acumulado bajo la piel. Sabemos, entonces, la cantidad aproximada de calorías Que debemos consumir diariamente. Ahora nos queda conocer qué nos aporta cada alimento en cuanto a las fuentes de energía como base vital. La carne, el pescado y los productos derivados de la leche son las principales fuentes de proteínas, y las proteínas no son almacenadas por el organismo. Las verduras, las frutas y la leche son proveedoras de vitaminas. Son más de veinte los tipos de vitaminas aislados hasta el presente. Tiene un papel regulador de los sistemas vitales del organismo. La vitamina A previene problemas oculares y de la piel. La vitamina B regula el sistema nervioso. Para cicatrizar heridas y evitar la anemia es muy buena la vitamina C. Vitamina O para evitar el raquitismo, E para favorecer la fertilidad, F para la zona renal, K para la coagulación, etc. El calcio, el hierro, el fósforo, el potasio, etc., son minerales necesarios para los huesos, las funciones cerebrales, etc. El siguiente es un cuadro que nos dará en primer lugar el alimento en segundo lugar lo que nos aporta, y en tercer lugar las calorías que implica ingerirlo. Uno mismo podrá descubrir y controlar la calidad y cantidad de los alimentos que consume diariamente. Leche Vit. A. Vit. C. Calcio. Proteínas. 150g 100c. Huevos Vit. A. Vit. B. Hierro. Vit. D./ Fósforo. Proteínas. 1 unid. 200 c. Carne de vaca Vit. B. Proteinas. 150g 200c. Carne de cerdo Idem 100g 350c. Hígado Vit. A, B, D. Hierro. Proteínas. 120g 100c. Pescados frescos Vit. B, D. Hierro. 100g 100c. Zanahorias Vit. A. Sodio. 1unid. 24c. Vegetales verdes Vit. A, C. E, K. Calcio. Sodio. 200g 50c. Cltricos Vit. C. 1 unid. 50c.