Las cosas son como son. Nos entusiasmó la posibilidad de que ante los anuncios de la llegada de la vacuna contra el coronavirus, no podíamos relajar. Si ningún medio es capaz de asumir, en nombre de todo lo que todos sabemos que es necesario asumir, nosotros sí vamos a hacerlo: somos unos pelotudos.
Es muy probable, como es habitual, que salten algunos necios de la impolución (lo que se creen impolutos) considerando que ellos no sólo se cuidaron, sino que, a su vez, realizaron solidarias recomendaciones a su familia, sus amigos, sus vecinos, sus alumnos, sus empleados y todo súbdito moral que esta gente siente tener. Pues bien, su pelotudez supera los valores previstos en el estándar internacional.
Siempre ocurre que aunque el botón rojo lo haya accionado otro, nos caben dos opciones: la responsabilidad total de lo ocurrido o el vacío de autoinculpados. La opción dos es la única que resulta darse en estos casos, de manera que tenemos que entender que somos los responsables de todo lo que hacen los pelotudos, en todos los casos, en todos los rubros, en todas las circunstancias y todo el tiempo.
Sí, podríamos volver al ASPO. Es más, volverás.