«Si nos pudiéramos meter en el río, la alegría sería completa», dice Marcela Di Blasi, una de las 40 mil personas que durante el fin de semana pasado combatieron el extremo calor de Buenos Aires con una visita a las playas porteñas. Sentada en la arena y con la vista puesta en el agua imposible, Marcela vivió la contradictoria experiencia de una playa urbana, útil para refrescarse, pero más próxima al cemento que a la naturaleza. La languidez con la que observaba al río «color de león» lo decía todo: ¿qué tipo de playa es ésta, en la que acceder al agua pone en riesgo la salud del veraneante?
Durante el fin de semana, y por cuarto año consecutivo, el Parque de los Niños, en Núñez, se vistió con sus ya célebres reposeras y sombrillas amarillas. Varios juegos inflables entretuvieron a decenas de niños que, aún t
ranspirados por las altas temperaturas, no dejaron de saltar y reír en ningún momento.
Como Marcela, más de uno miró de reojo hacia el río con ganas de darse un chapuzón en la calurosa tarde de enero, pero no pudo hacerlo. Sus aguas contaminadas no lo permiten y la única solución a mano fue refrescarse bajo las duchas. «A falta de pileta y río, nos metemos acá», explicó Priscila Romano, de 17 años. Más que playa, el balneario porteño es una gran ducha al aire libre al lado de un paisaje que evoca una playa, como si el parecido la dotara de realidad. Pero para muchos con eso alcanza para no asarse bajo el inclemente sol veraniego.
«Refrescarse en el río sería buenísimo, pero lo que habría que hacer es dejar de contaminar, limpiarlo y prohibir que se construyeran edificios sobre la costa. Son esas construcciones las que funcionan como una barrera e impiden que los vientos limpien las aguas», explicó Nancy Ardizzone, quien junto con sus dos hijos y su marido dieron un paseo en bicicleta por el lugar.
A «la propuesta playera» del Parque de los Niños, este año se sumaron carpas con conexión a Internet y diversos juegos de agua, que fueron los nuevos protagonistas de la tarde.
Durante el verano también habrá talleres de meditación para los que quieran relajarse, clases de ajedrez, gimnasia aeróbica, baile y espectáculos.
«El año pasado fuimos con mi hija a las clases de gimnasia, ahora vamos a esperar para ver todas las propuestas», dijo Mariana Pietronia, de 38 años, mientras tomaba sol y observaba jugar a su niña. Resguardada por una de las sombrillas del color emblemático de Pro, Mariana encontró en la playa de Buenos Aires una alternativa para enfrentar un calor que tiene a maltraer a miles de porteños. Pero cuando su hija le pregunte si todas las playas son como las de esta ciudad, seguramente Mariana va a estar en aprietos..
Sobre las playas porteñas reporta el diario La Nación.